Científico, explorador y humanista, Antonio Núñez Jiménez (Alquízar, 20 de abril de 1923-La Habana, 13 de septiembre de 1998) nunca se detuvo.
Su hija Liliana Núñez Velis ha contado que cuando era niño tenía una pequeña alcancía en la que guardaba cada moneda que llegaba a sus manos, pensando en futuras expediciones. Siendo un adolescente ya emprendía excursiones, como la que hizo a la cueva de la Loma de la Candela, con 16 años, junto a compañeros del bachillerato.
A los 17, en 1940, fundó la Sociedad Espeleológica de Cuba. En 1994, cuando ya pasaba de las siete décadas, creó la Fundación del Hombre y la Naturaleza.
Entre ambas fechas, y después, su vida no dejó de ser intensa. Transcurrió en el Ejército Rebelde y los días al frente de la Reforma Agraria; en la Amazonia y el Caribe, el Polo Norte y la Antártida, los Andes, las Galápagos; en cuevas, montañas y ríos de Cuba. Fue diplomático y parlamentario, viceministro de Cultura, presidente fundador de la Academia de Ciencias de Cuba y de la Federación Espeleológica de América Latina y el Caribe; presidente de la Sociedad Cubana de Geografía y de la Comisión Nacional de Monumentos.
Científico, explorador y humanista, Antonio Núñez Jiménez (Alquízar, 20 de abril de 1923-La Habana, 13 de septiembre de 1998) nunca se detuvo. Vivió en permanente expedición de la realidad, el entorno natural y cultural, yendo de la geografía y la espeleología a la política, la historia, la antropología, el arte rupestre y el ambientalismo; andando trillos empinados, cavidades subterráneas y rutas marinas, generando y compartiendo conocimiento en cada viaje o experiencia con una mirada que integraba ser humano y naturaleza, espíritu científico y sueños.
Años atrás, cuando se celebraba el aniversario 30 de la expedición En Canoa del Amazonas al Caribe, Eusebio Leal recordaba de Núñez Jiménez el “sentimiento de alegría ante la vida”, su “voluntad férrea” y la “capacidad de soñar y crear, de tener sueños cada vez mayores”.
En una entrevista por esos días de junio de 2018, Liliana Núñez Velis, presidenta de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, contaba que en los dos últimos años de su vida, su padre, enfermo, “estaba organizando una expedición a la Isla de la Juventud. Mi mamá, que fue su compañera durante tantos años, sufría la angustia de que él no hubiera podido hacer esa expedición. Eusebio la calmó, le dijo ‘Lupe, si hubiera hecho esa expedición, cuando regresara iba a querer hacer otra’.
“Él nunca iba a parar. Las expediciones que dejó de hacer hubieran sido infinitas, porque siempre tenía algo en mente. Yo creo que la gran expedición de Núñez Jiménez estaba en su propia creatividad. La gran epopeya de él ocurría en su mente y en la habilidad de llevarla a la práctica”.
Núñez Jiménez vivió y escribió la historia, la aventura en la naturaleza y el conocimiento. En él se reúnen el explorador y el cronista insertado en una tradición secular en esta parte del mundo desde que se hizo “Nuevo”: contar lo que se vive y se observa, sin dejar nunca de buscar sus razones más profundas con vocación humanista, mirando al entorno, a la naturaleza y al ser humano; compartirlo en forma de diario o libro, con el espíritu de comprender y explicar, revelar.
Núñez Jiménez estudiando el mapa de la Gran Caverna de Santo Tomás junto a los también espeleólogos Nicasio Viña Bayés, Juan Gallardo y Ángel Graña González, en 1985. Foto: Eugenio Pérez Ferrer.
Luego de Loma de la Candela (1939), organizaría y estaría en muchas otras campañas de exploración e investigación, desde Guanahacabibes y la Isla de la Juventud hasta el extremo oriental.
Ya creada la Sociedad Espeleológica de Cuba, organizó la expedición geográfica a la provincia de Oriente (1945), en la cual se ascendió al Pico Turquino, se llegó por primera vez a la cima del Pico Suecia, se exploró el Río Toa y la Cueva de Seboruco (Mayarí), con una investigación detallada de la cultura Seboruco, de 6 000 años de antigüedad. Mediada la década de 1950, llegaría la revelación de la Gran Caverna de Santo Tomás, en la Sierra de los Órganos, un sistema que estudió a profundidad.
La expedición En Canoa del Amazonas al Caribe, iniciativa organizada y liderada por Núñez Jiménez que contó con el apoyo de la Conferencia Iberoamericana del V centenario, recorrió entre 1987-1988 más de 17 400 km y 20 países de las cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco y el mar Caribe, con la participación de decenas de científicos y artistas de la región y el uso de canoas construidas por habitantes de la Amazonia. Fue un hito de exploración y cooperación internacional, que siguió la ruta precolombina de migración, descubrimiento y poblamiento de las islas caribeñas.
La experiencia quedó recogida en los libros En canoa del Amazonas al Caribe y En canoa por el mar de las Antillas, que reúnen análisis, estudios, descubrimientos y anécdotas a modo de crónica o diario de viajes.
La canoa Hatuey (13 m), una de las cinco usadas en la expedición En canoa del Amazonas al Caribe, en el Museo Antonio Núñez Jiménez, Fundacion Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, que cuenta además con una importante sección de ciencias naturales. Foto: FANJ.
De sus exploraciones e investigaciones por el archipiélago cubano quedarían artículos, libros y aportes al conocimiento de la geografía y la arqueología del país. Fue autor principal del Mapa Carsológico de Cuba y del Mapa Carsológico y de Regiones Naturales; organizó la primera edición del Atlas Nacional de Cuba y fundó la Escuela Nacional de Espeleología.
Doctor en Filosofía y Letras y en Ciencias Geográficas e investigador titular de la Academia de Ciencias, fue profesor de Geografía, Carsología, Geomorfología y Espeleología en la Universidad de La Habana, la Universidad Central de las Villas y la Sociedad Espeleológica, además de conferencista en universidades de Inglaterra, Francia, la antigua Unión Soviética, Alemania, Perú, Ecuador y R. Dominicana.
En los 10 años en que estuvo al frente de la ACC, fueron inaugurados cuatro museos, entre ellos el Museo Histórico de Ciencias Carlos J. Finlay, y dos jardines botánicos; los departamentos de Geofísica, Antropología, Geología y Botánica, y los institutos de Geografía, Oceanología, Biología, Meteorología (y su red de radares) e Investigaciones Tropicales. Propuso la creación de las primeras reservas naturales: Cabo Corrientes y El Veral (Guanahacabibes), Cupeyal del Norte (Holguín), Jaguaní (Guantánamo) y Cayo Caguanes (Sancti Spíritus).
Su legado permanece en los archivos y en el trabajo actual de la Fundación del Hombre y la Naturaleza, en la articulación entre entorno natural y ser humano para una cultura de la naturaleza, que fue una de sus preocupaciones; en los más de 190 libros y más de de mil artículos que escribió y que revelan el amplio y diverso abanico de sus experiencias, inquietudes y estudios.
En 1995, la Sociedad Espeleológica y la Sociedad Cubana de Geografía le otorgaron la condición de Cuarto Descubridor de Cuba. Fue un cubano que amó a su país y vivió para conocerlo y explicarlo, revelar singularidades y valores naturales (y defenderlos), partiendo de la geografía como pasión, emprendiendo una expedición tras otra y legándonos un viaje por y hacia el conocimiento que no termina.
Algunos de los títulos que legó Antonio Núñez Jiménez dan fe de su intenso recorrido geográfico e intelectual: Geografía de Cuba; Explorando las cavernas de Cuba; En marcha con Fidel (1959-1962); Cuba con la mochila al hombro; Clasificación genética de las cuevas de Cuba; Carsos de Cuba; Geografía y climatología de la península de Guanahacabibes; Cuba: dibujos rupestres; Isla de Pinos: Piratas, colonizadores, rebeldes; Medio siglo explorando a Cuba; Geopoética; El archipiélago de los Canarreos; Cuba, jardín coralino; Arte rupestre de Cuba; En canoa del Amazonas al Caribe; En canoa por el mar de las Antillas; La Gran Caverna de Santo Tomás; Nuestra América; El archipiélago cubano; El pueblo cubano; Geología; Hacia una cultura de la naturaleza; José Martí: la naturaleza y el hombre…
La expedición En canoa del Amazonas al Caribe recorrió unos 17 400 km por veinte países, en las cuencas del Amazonas y el Orinoco y el mar Caribe. Se realizaron investigaciones ecológicas, botánicas, zoológicas, sociológicas, geográficas, geológicas, arqueológicas, antropomórficas, geofísicas y de otras disciplinas. Participaron más de 400 personas (científicos, técnicos, artistas, tripulantes, personal de apoyo) y dejó un importante registro impreso, fotográfico y fílmico.