Antídotos necesarios

Procesos importantes para la enseñanza general asociados a la innovación, la transformación y al perfeccionamiento tienen lugar en este curso escolar a pesar de la asfixia económica del bloqueo imperial y la intoxicación mediática para, soñando desde el Norte, contaminarnos, dividirnos y desmovilizarnos.

Foto: Tomada de https://www.radiomayabeque.icrt.cu

Entre las cuatro estrategias básicas que recogen las prioridades, la primera se dirige a la labor educativa integral y la formación ideológica de la ciudadanía, que incluye, por ejemplo, la jerarquización de la escuela como coordinadora de los procesos educativos en la comunidad.

Así lo definió recientemente la ministra de Educación, Doctora en Ciencias Naima Ariatne Trujillo Barreto. El empeño es fortalecer esas interconexiones con una mejor integración de los actores sociales y mayor apoyo a la familia en aras de que esta cumpla su rol como ente activo para transformarla.

Por esa senda no puede dejar de mencionar la necesidad de profundizar en el aprendizaje de la historia, con asignaturas en todos los niveles, y la formación ciudadana, en lo cual resultan clave la cultura cívica, la decencia… junto a la formación de un pensamiento crítico.

En ese proceso educativo integral sobresalen las actividades complementarias en los centros escolares con temas asociados al combate contra las drogas y por evitar el embarazo en la adolescencia, entre otros complejos asuntos.

De ahí la obligación de formar personas con valores sólidos y comprometidos con ese proyecto de vida superior. Pero ese modelo requiere otra alerta y prioridad: el enfrentamiento a la colonización cultural, desde la cubanía, y no solo las tradiciones heroicas, sino también las institucionales, los símbolos, la cultura artística.

Si partimos de que esa dañina “invasión” es la avalancha de productos seudoculturales, a través de los cuales se busca imponer el egoísmo, la banalización y el culto a lo trivial, entonces podemos comprender mejor la reflexión del presidente de la República, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, en la clausura del Tercer Período Ordinario de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 19 de julio, y hoy debaten núcleos del Partido y colectivos.

Al respecto insistía Díaz-Canel en lo crucial que resulta la escuela ante esa amenaza y citando lo expuesto por el joven vicepresidente de la Casa de las Américas, Jaime Gómez Triana, esa relación “debe ser analizada con profundidad, sistemáticamente, con vistas a generar en nuestras comunidades los antídotos necesarios para contrarrestar el veneno individualista, que hoy vemos asociado a expresiones retrógradas, intolerantes, totalitarias y, digámoslo sin pudor, neofascistas”, que afecta en particular al Sur Global.

Advertía más: “…el día que olvidemos que la conciencia de la ciudadanía es soporte fundamental de una sociedad socialista, que busca por encima de todo la riqueza espiritual de los individuos, estaremos traicionando a Martí, a Fidel, a Raúl, al Che y a todos los que entregaron hasta el último centavo de sus ahorros y se fueron a vencer o a morir contra los muros de la dictadura militar de Fulgencio Batista…, para construir un destino humanamente superior…”.

Mucho se habla, por ejemplo, del paquete audiovisual semanal –cuya reproducción y circulación, aclaramos, no está prohibida, sino solo su exhibición cinematográfica en espacio público– y que con aires de entretenimiento entra en casa, pero no nos detenemos en qué hay detrás de esa especie de bala que en ocasiones contiene tergiversaciones e intenta confundir, para no hablar de materiales pirateados o del mal gusto musical difundido. Es parte de la labor subversiva para sembrar valores decadentes como el egoísmo y la chabacanería.

Estamos en una era en que pesa más un youtuber que un científico o un investigador, en un mundo donde los políticos capitalistas usan las redes sociales como herramientas coloniales.

El barrio, donde se afianza la identidad bajo el ataque del desarraigo alentado por los odiadores, es escenario ideal para apuntalar el hogar y la familia, estimular la solidaridad del vecindario y contrarrestar la superficialidad que reduce al ser humano y atonta.

Frente a la descolonización el barrio cederista es escuela insustituible con raíces que destierran la sumisión e insensibilidad y hace vibrar el orgullo patrio.

No son pocos los jóvenes que manifiestan con hechos su compromiso, lo cual favorece las relaciones interpersonales y desarrolla habilidades comunicativas en las redes sociales reales y el ciberespacio.

 

(*) Colaborador

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Isla de la Juventud Opinión
Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana.

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