Se escucha la detonación inicial, suena la sirena y la gente corre a prestar los primeros auxilios. Luego ocurre un segundo estallido peor que el anterior porque causó la mayor cantidad de víctimas.
La voladura del vapor francés La Coubre en el puerto de La Habana, cuando se manipulaba el cargamento de armas y municiones de origen belga adquirido para la salvaguarda del país, fue escalofriante: humo y llamaradas salían de la popa del carguero convertida en amasijo de retorcidos hierros y madera, el suelo se cubrió de cuerpos mutilados, brazos, piernas…, y manchas de sangre.
A consecuencia del sabotaje, que estremeció la ciudad de extremo a extremo ese viernes cuatro de marzo de 1960, murieron 101 cubanos –entre estibadores, obreros, portuarios y miembros del Ejército Rebelde que custodiaban la descarga – y seis tripulantes franceses; hubo 400 heridos y una cifra indeterminada de desaparecidos.
Antes de la llegada del carguero, miembros de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense colocaron explosivos entre las cajas de granadas, los cuales se activaron al retirarse la carga. Así reaccionó Washington tras fracasar en los intentos de presionar a otras naciones para que cancelaran la venta de armamento a Cuba.
Tan pronto sintieron las detonaciones Fidel, Almeida, Che y otros dirigentes se fundieron con decenas de militares, trabajadores y grupos de rescate y salvamento, para atender a las víctimas, limpiar los escombros y asistir a la población residente en las inmediaciones de la rada capitalina, que vivió una odisea.
Las actitudes de los líderes no solo los ennoblecieron ante los ojos de todos, sino que esas imágenes se han repetido incontables veces a lo largo de los años de Revolución socialista pues nunca los máximos dirigentes han abandonado a su suerte a sus coterráneos.
El acto terrorista conmovió al pueblo que jamás olvidará el horrendo crimen y en respuesta se unió más al proceso revolucionario y respaldó al máximo Líder Fidel Castro Ruz cuando pronunció por primera vez la consigna de ¡Patria o Muerte!
Lo hizo al otro día del siniestro al despedir el duelo de las víctimas del monstruoso atentado en un multitudinario sepelio que reunió a los habaneros en la capitalina esquina donde convergen las calles 23 y 12, en el Vedado, en las cercanías de la necrópolis Cristóbal Colón.
El horripilante hecho duele 63 años después; sigue siendo igual la respuesta de cubanas y cubanos de enfrentar al precio que sea necesario cualquier zarpazo enemigo y luchar por la soberanía de Cuba y sus conquistas.
Ayer como hoy y siempre ¡Independencia o Muerte! y ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!, guían a los pineros involucrados en las transformaciones y renacer del terruño con la motivación de ganar la sede del acto nacional por el 26 de Julio, el año próximo.
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