Una mezcla de emociones y algo de nerviosismo se adueña de la madre hasta que el llanto de la criatura anuncia la llegada del sexto de los 12 hijos de la humilde familia campesina, la magia de la vida asoma como un susurro de esperanza y amor.

Por esos hilos del azar que trazan el destino, el bebé abre los ojos al mundo el siete de diciembre de 1927, el mismo día de la caída en combate del Mayor General del Ejército Libertador Antonio Maceo Grajales, pero del año 1896; razón por la que al recién nacido le ponen el nombre del Titán de Bronce.
El nacimiento ocurre en la finca La Cantera, barrio de San José, en San Diego de los Baños, Los Palacios, Pinar del Río. La familia de Antonio Sánchez Díaz es arrendataria de un pedazo de tierra propiedad de un terrateniente la que cultivan para satisfacer sus necesidades perentorias y deben pagarla por siempre, sujeta a la explotación reinante en el país.
Al igual que sus hermanos y demás niños del lugar, ellos no tienen los juegos, ni la alimentación, ni los cuidados de salud que disfrutan los infantes cubanos tras el triunfo de la Revolución. A los siete años trabaja con su padre en el laboreo del tabaco y otras faenas agrícolas.
No obstante, Tite, como todos le llaman en el barrio, hace gala de un carácter alegre y un temperamento fuerte y enérgico. Es jaranero, dado a las bromas, aunque castiga con los puños a quienes lo ofenden. En la escuela destaca por su facilidad en comprender las materias y tener la mente despierta.
Siente predilección por la cacería y las armas de fuego, lo cual influye en la puntería que luego caracteriza al comandante Pinares. Al terminar el séptimo grado comienza a estudiar Comercio por las noches, lo cual alterna con el trabajo del campo. A los 18 años aprende el oficio de albañilería y carpintería de encofrado.
En abril de 1957, después de cobrar el salario por voluntad propia marcha al encuentro de los barbudos que desarrollan la lucha armada en la Sierra Maestra guiados por Fidel Castro Ruz, al resultar infructuosa su búsqueda regresa a Pinar del Río, sin dejar de perseverar.
Entonces vende sus herramientas de trabajo y emprende de nuevo el viaje que pasa a la Historia. Ni uno solo de los hombres de la Comandancia rebelde lo conocen. Solo presenta como credenciales, la firmeza de quien está dispuesto a derramar su sangre por la causa del pueblo.
Convertido en un soldado guerrillero asume la tarea de cargar la única ametralladora de calibre 30 existente, al considerar su fuerte complexión y buena puntería; y esta es la inseparable compañera durante todo un año de Pinares, así lo nombran por su provincia natal.
Cuando en agosto de 1958, parte de la Sierra Maestra la Columna Invasora Antonio Maceo Grajales bajo el mando del Comandante Camilo Cienfuegos, el entonces capitán Pinares marcha como Jefe de la Retaguardia y lucha hasta la victoria final. Regresa lleno de gloria y esperanza en el futuro prometedor de la patria liberada.
En reconocimiento a sus extraordinarias cualidades como combatiente, El Señor de la Vanguardia lo condecora con el grado de Comandante del Ejército Rebelde el cuatro de enero de 1959 en sencilla ceremonia en Ciudad Libertad.
Ocupa diversos cargos en las fuerzas Armadas Revolucionarias en Isla de Pinos, Camagüey, Oriente y Pinar del Río. Es miembro del Comité Central del Partido.
Con el apelativo de Marcos integra la guerrilla internacionalista del Comandante Ernesto Guevara de la Serna (Che) en Bolivia, y mientras cumple una misión de logística lo ultiman, a la edad de 39 años, en Peñón Colorado, junto a su compañero boliviano Casildo Condori Choque (Víctor).
Al cumplirse 98 años de su natalicio Antonio Sánchez Díaz, el Pinares de la Sierra y el Marcos de la guerrilla boliviana, sigue probando que no es de piedra, sino un ser de carne y hueso por su ejemplo, sensibilidad, ideas, sueños y hasta por el sano orgullo de llevar el nombre de Antonio Maceo Grajales.
