Celia, tan delicada como tenaz

El vientre desciende, un ser asoma y saluda la vida con su llanto que llena de dicha a la madre, regocija al padre y a la familia que crece: ahora con la recién nacida suman nueve hijos de la pareja formada por el médico rural Manuel Sánchez Silveira y la manzanillera Acacia Manduley Alsina.

Foto: Archivo

Hay cierto presagio en el instante en que emocionados sus padres la nombran: Celia Esther de los Desamparados. Es nueve de mayo de 1920, batey de Media Luna, en el Oriente cubano.

Al pasar los años se hace habitual la imagen –a veces bajo la lluvia– de la niña sobre el lomo del caballo a espalda del padre para servirle de enfermera en la asistencia urgente a los campesinos sin centavos.

La chiquilla que le encanta asar boniatos en las oquedades del terreno con una tapa de hierro a modo de parrilla, da paso a la adolescente a quien las muchachas del pueblo buscan para el diseño de sus vestidos o la que hace bromas tremendas como recolectar hormigas y lanzarlas al bolsillo de un varón vanidoso.

Esa propia adolescente en un abrir y cerrar de ojos se convierte en la joven que el 21 de mayo de 1953 (año del centenario de José Martí), junto a su padre y la escultora Lilia Jilma Madera Valiente suben a lomo de mulos el busto en bronce del Maestro y lo colocan en la cima del Pico Turquino, cual un faro de luz y guía.

Así también en la Navidad de 1953 prepara comidas y dulces para que sientan menos los rigores de la cárcel los jóvenes liderados por Fidel Castro Ruz, que asaltaron los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, para desencadenar la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Su mamá muere siendo Celia joven. En Media Luna vive con su familia dos décadas hasta 1940 que se traslada a Pilón con el padre donde pasa casi 16 años. Con Sánchez Silveira–hombre culto y comprometido con el Partido del Pueblo Cubano Ortodoxo–

tiene la posibilidad de recorrer Cuba y observar de cerca el efecto de la pobreza en los pacientes, por lo que toma conciencia de la triste realidad que impera en el país.

Detrás de una figura frágil en Norma, Lilian, Carmen, Caridad y Aly (seudónimos de guerra) existe una mujer temeraria que desde la clandestinidad pone en jaque a la tiranía y cumple importantes misiones de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio como guiar al periodista del New York Times Herbert Matthew para entrevistar a Fidel y con la publicación echar por tierra la propagada batistiana basada en la supuesta muerte del jefe de la guerrilla.

Cuando en la ciudad su vida corre peligro sube a la cordillera, es la primera mujer que ocupa la posición de soldado combatiente en el Ejército Rebelde. Es tan delicada como tenaz; nunca descuida su apariencia, le gusta adornar su cabello con la flor mariposa, anda con su fusil M-1 y con sensibilidad previsora carga su mochila donde guarda la memoria escrita de aquella gesta; gracias a ella, después del triunfo se crea la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.

Participa en el combate El Uvero como integrante del pelotón de la comandancia y, de igual modo, desempeña un papel destacado en la creación, el cuatro de septiembre de 1958 –tras una reunión de siete horas entre Fidel y su Estado Mayor– del batallón femenino Mariana Grajales, que opera en la zona de La Plata, Sierra Maestra.

Al triunfo de la Revolución, a pesar de sus muchas responsabilidades, nunca se aleja del pueblo que populariza la frase: “Si tienes un problema escríbele a Celia”.

A 105 años de su natalicio ese es el recuerdo perdurable de la única, humilde y extraordinaria Heroína de la Sierra y el Llano, que late en el corazón de un pueblo entero.

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Historia Isla de la Juventud
Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

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