“Yo soy zapatero remendón. Lo mío es recuperar sus zapatos a quien los tenga en mal estado; reparador integral de calzado es otra cosa. Ese monta y hasta fabrica zapatos”, aclara Francisco Pérez Castillo, quien lleva más de diez años dedicados al noble oficio, como trabajador por cuenta propia según la denominación más reciente.

Su presencia es una constante matemática en lo que fuera portal del banco norteamericano que radicara allí hasta 1936, frente a la actual pizzería santafeseña.
“¿Se ha puesto a pensar cuánto se mejora la economía de una familia, los miles de pesos que se ahorra cuando le recupero un par de zapatos?”
La respuesta, por obligación es obvia; todos la conocemos. Y aunque prefiramos un par de zapatos nuevos, los de uso tienen el encanto de que lo ahorrado podrá tomar un rumbo de mayor urgencia.
Francisco facilita esa solución a partir de casi nada, los materiales que precisa para su quehacer no puede adquirirlos en ninguna red mayorista, “hay que buscarlos en La Habana a un precio bastante caro. Súmele la transportación y el alimento que se consume durante los viajes y la estancia allá…; ya va teniendo una idea de a cómo sale lo que hacemos y cuánto podemos cobrar por nuestro trabajo. Pero, aun con todo esto, debe ser un precio lo más barato posible o de lo contrario mucha gente no podrá pagarlo”.
El rendimiento medio de este hombre, que ya rebasó los 67 años, está alrededor de los dos o tres pares de zapatos pegados y cosidos al día.
“Una tarea bien dura. Hay suelas y tacones a los que no les entra la aguja. Toca lograr la costura a pura fuerza, y son cientos de puntadas, una al lado de la otra, a la misma distancia, como si fueras una máquina exacta y sin cansancio. ¿Se imagina cómo acaban mis manos al terminar cada jornada?”
En su mundo, el de este oficio, Francisco sigue principios inviolables: “… si vas a poner suela o tacón, además de la calidad del hilo, hay que tomar en cuenta la naturaleza del material de que está hecho el zapato. Si prima el cuero, usar barge, pero si mayorea el plástico, como en los popis, entones va el pegamento especial. Nunca Kola-Loka. Los zapatos requieren pegamentos flexibles, y la Kola-Loka se cristaliza”.
Además de su cuidado por la calidad, “que es la mejor propaganda”, Francisco, decano zapatero remendón, tributa a la Onat “el diez por ciento por venta y servicios, otro cinco por ciento (como todo contribuyente que devenga un ingreso por su trabajo) y la Seguridad Social, pues todavía no estoy jubilado”.