No tener que rehacer lo alcanzado

Una autopista de cuatro carriles conecta a Nueva Gerona con La Fe. Son 18 kilómetros de carretera, separada por dos sendas dobles con una mota de verdor al centro. Refresca la vista de los conductores durante el día y evita el deslumbramiento que producen los focos en contrario durante la noche. Un paisaje visto mil veces, nada nuevo, ¿verdad? Tan isleño como los pinos que acaban de plantar allí –en ese separador entre sendas– los participantes del recién finalizado Festival Internacional de Cine y Medioambiente Isla Verde.

De estos pinos, los recién plantados, hablaremos ahora, pues con el entusiasmo del momento quizá no se previó su completo cuidado y hoy corren peligro. Fueron sembrados donde el riesgo de incendios es casi perenne, proviene de ambos lados, sobre todo cuando no menudean las lluvias. Por eso deben extremarse las medidas relacionadas con su preservación.

Redacción digital

El Isla Verde ha logrado visibilizar lo pinero en el contexto universal, algo que no ocurría desde las ya lejanas escuelas internacionalistas. Lo hace sobre una plataforma medio ambiental y a esta corresponderíamos de forma muy poco sostenible si, por falta de previsión, nos repetimos sin avanzar y tenemos que rehacer, una y otra vez, lo ya alcanzado.

Los arbolillos –ahora casi invisibles pero que al crecer ornamentarán la autopista con el motivo de la flora que una vez le diera nombre a toda esta ínsula– están resaltados con un hermoso cartel que los identifica como Pinar del Cine. La zona se encuentra libre de malezas y chapeada a la altura mínima pero, desafortunadamente, con suficiente masa vegetal como para alimentar un incendio. Y estos pinillos aún endebles no cuentan siquiera con la protección de una barrera o franja de tierra arada, limpia de combustibles, un cortafuegos.

Hacer ruedos a las plantas ayudaría a protegerlas. Guataquear el área y mantenerla despejada por completo hasta que las plantas crezcan y sean capaces de sobrevivir a un fuego rastrero estaría mejor. El pino tiene suficiente vitalidad como para enfrentarse a ese tipo de contingencias, pero solo cuando su nivel de desarrollo se lo permite. Hasta entonces es, como cualquier planta recién nacida, frágil e indefensa.

Fidel alertó, en su primera visita a esta Isla, el siete de junio de 1959, que el entorno pinero tenía belleza y condiciones para convertirse en promotor del quehacer cinematográfico. Ello complementaría el primer objetivo de desarrollo local, el turismo. Tal proyección no ha perdido vigencia. Constituye un reclamo que enrumba la actualidad y el Isla Verde retoma ambos principios. Hacerlos posible corresponde, en primer lugar, a los pineros, no a la ayuda extranjera.

Implica ser previsores, evitar a tiempo los daños posibles, adelantarnos a las contingencias y neutralizarlas. A organismos o entidades competentes corresponde dar a estos temas la prioridad necesaria; en tanto a los pineros, todos, preservar el medio ambiente, evitar incendios y ayudar a crear entornos sustentables.

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