El Che después de asesinado. Foto: Marc Hutten/ AFP.
Aquel cuerpo que yacía en el lavadero del hospital local de Vallegrande, Bolivia, desde el 9 de octubre de 1968 llevaba sobre sí las huellas de un monstruo. Nueve balazos: en el cuello, otro cerca del corazón, también en la pierna. Un culatazo en el pecho, parte de la barba arrancada, rasguños en la piel como quien ha sido arrastrado por el suelo… Luego le cortarían las manos y desaparecerían su cuerpo.
¿Por qué asesinar de ese modo al guerrillero en vez de hacerlo prisionero de guerra y juzgarlo como tal? ¿A quién le interesaría no solo eliminarlo sino también suprimir su hora de defunción, informarle a la opinión pública internacional que había fallecido a consecuencia de las heridas del combate del día 8, exponerlo públicamente y luego desaparecer el cadáver?
Aunque pudiera parecer desalmado, sí hubo quien festejó tan orrendo asesinato: la Central de Inteligencia Americana (CIA) y sus soldaditos bolivianos.
Cuentan que en el Hotel Santa Teresita de Valle Grande, agentes norteamericanos y militares de la nación andina celebraron la muerte del Che Guevara. Félix Rodríguez abrió una botella de whisky y brindó con los presentes. Antes, en el piso del hospital, otro lamebota yanqui de origen cubano, Eduardo González le asestó una patada al cadáver y después le abofeteó el rostro.
Flashback: CIA contra el Che
El agente de la CIA, Félix Rodríguez (a la izquierda) participó en la captura del Che en Bolivia. Foto: Archivo.
Lo que recibió el presidente de Bolivia, René Barrientos Ortuño, a través del embajador norteamericano, a las 11 de la noche de aquel 8 de octubre fue la confirmación porque la decisión de asesinar al Che se tomó en Washington desde 1960.
“Después del fracaso de la invasión mercenaria por Playa Girón, asumió la jefatura de la CIA, Richard Helms, quien continuó el Proyecto Cuba, que contemplaba el asesinato de Fidel, Raúl y el Che, y la imposición, mediante la fuerza militar, de un gobierno en La Habana afín a los intereses de Estados Unidos.
“El 19 de enero de 1962 se reunieron [los miembros del grupo especial ampliado del Proyecto Cuba] en las oficinas del Secretariado de Justicia norteamericano, donde se les informó que el asunto de Cuba tenía la primera prioridad para el gobierno de Estados Unidos y debía resolverse sin economizar tiempo, dinero, esfuerzo, ni recursos humanos.
“Por ello, cuando en octubre de 1967, se recibió en la capital norteamericana la información de que el Guerrillero Heroico se encontraba en la escuelita de La Higuera, no fue necesario discutirlo”, explican los autores de La CIA contra el Che.
Para los imperialistas, en la lucha contra el comunismo era importante mostrar al Che (uno de sus más fieles simpatizantes) totalmente derrotado y muerto, porque dejarlo vivo era ofrecerle una tribuna contra los intereses de Bolivia y Estados Unidos, además, el deceso del líder guerrillero significaba un duro golpe a la revolución cubana y especialmente a Fidel Castro, contaría a los investigadores un testigo de la reunión entre el embajador norteamericano en Bolivia y el presidente del país.
Con la ayuda del vecino y los infortunios…
En 1966, así llegó el Che (a la derecha de la foto), a Bolivia, para iniciar la lucha guerrillera. Foto: Centro de Estudios Che Guevara.
El 3 de noviembre de 1966 el comandante Ernesto Guevara de la Serna llegó a La Paz, capital de Bolivia con un pasaporte a nombre de Adolfo Mena González, de nacionalidad uruguaya, y una credencial que lo presentaba como un enviado especial de la OEA para efectuar un estudio y reunir informaciones sobre las relaciones económicas y sociales en el campo boliviano. Pero la verdad era que estaba allí para liberar a Bolivia del imperialismo.
Solo unos meses después, el 11 de marzo, mientras el Che dirigía labores de entrenamiento y preparación del naciente Ejército de Liberación Nacional, desertaron dos de sus hombres: Vicente Rocabado Terrazas y Pastor Barrera Quintana, quienes le proporcionaron detallada información a los militares bolivianos y a los servicios de inteligencia. Los guiaron por aire y tierra hasta donde estaban instalados los campamentos guerrilleros.
Al recibir la información de la presencia del Che en el territorio, el mandatario andino solicitó de inmediato ayuda a Estados Unidos. Eficientemente pocos días después ya el país recibía a los primeros agentes y rangers norteamericanos.
El primer enfrentamiento militar entre la guerrilla y el ejército se produce el 23 de marzo, con resultados catastróficos para los uniformados, al que se le incautaron tres morteros con 64 proyectiles, 2 bazucas, 16 máuser con 2000 tiros, el plan de operaciones y se le ocasionaron siete muertos, 14 prisioneros y otros desgastes, sin embargo, esta victoria de los rebeldes y muchas otras que tuvieron -pese a los contratiempos- no bastarían para la victoria definitiva porque no estaban luchando solamente contra el ejército de Bolivia, sino contra “el baluarte más poderoso del campo imperialista”, a decir de Fidel Castro.
Alarmado por la victoria guerrillera el coronel Milton Buls viajó a Estados Unidos y solicitó ayuda de forma urgente. La respuesta fue inmediata. Enviaron asesores, oficiales de inteligencia, equipamiento de Rangers-2, municiones y raciones de comida.
Acerca de la campaña de difamatoria contra la guerrilla y el apoyo yanqui al ejército boliviano, el Che escribió el 27 de marzo en su diario:
“Las radios siguen saturadas de sobre las guerrilas noticias [insitando al odio hacia ellas]. Estamos rodeados por 2000 hombres en un radio de acción de 120 kilómetros, y se estrecha el cerco, complementado por bombardeos con napalm…”. Este tipo de apuntes se reiteraría, como mismo la ayuda desmedida del “buen” vecino del norte al país sureño.
Pasquín ofreciendo recompensa por su captura. Foto: Archivo.
La CIA desarrolló una campaña de desinformación negando la presencia del Che en Ñacahuasú y afirmando que había sido asesinado en Cuba. Los agentes norteamericanos controlaron el correo y la central telefónica de La Paz. El aparato yanqui envió espías disfrazados de. campesinos y comerciantes a las zonas donde operaba la guerrilla. La embajada estadounidense se convirtió en un instrumento de represión contra mineros, periodistas y todos los simpatizantes de los insurrectos. El Banco Interamericano de Desarrollo solo otorgaría créditos a cambio de la “paz” y la “tranquilidad social” en el país…
La presencia e intromisión norteamericana en Bolivia llegó a tal punto que varios intelectuales fundaron la Coordinadora Nacional de la Resistencia y editaron un Manifiesto a la Nación, que comenzó a circular clandestinamente, donde planteaban: “El país está en efecto, más ocupado que nunca en el pasado y este hecho solo es ignorado por los que se niegan a ver las cosas tal como son o por los intereses en encubrirlas (…) Es el plan norteamericano y no Barrientos ni Ovando quien gobierna este país”.
El imperialismo tenía sus “razones”
Fidel Castro (en el centro) estuvo pendiente de toda la preparación en Cuba de los guerrilleros cubanos que partirían a Bolivia. Foto: Centro de Estudios Che Guevara.
Cuando Fidel hablaba acerca de la campaña estadounidense de descrédito hacia el Guerrillero Heroico y su proyecto en Bolivia, solía afirmar que el imperialismo tenía sus “razones” porque, claro, el “Che y su ejemplo extraordinario cobran fuerza cada vez mayor en el mundo. Sus ideas, su retrato, su nombre, son banderas de lucha contra las injusticias entre los oprimidos y los explotados”.
Basado en su experiencia insurreccional en la Sierra Maestra y su condición de compañero de lucha, el Comadante en Jefe exigía respeto a los que calificaban al argentino de aventurero, equivocado e idealista.
“Cuántas veces nuestro destacamento guerrillero estuvo a punto de ser exterminado. Pudo ocurrir así en dependencia casi absoluta de los azares e imponderables de la guerra, mas, tal eventualidad ¿habría dado a alguien el derecho a considerar errónea nuestra línea y tomarla además como ejemplo para desalentar a la revolución e inculcar en los pueblos la impotencia? ¡Muchas veces en la historia los procesos revolucionarios estuvieron precedidos de episodios adversos!”.
Fidel siempre recordaba a los “olvidadizos” que el movimiento en Bolivia no había sido fruto de la improvisación; el Che había establecido relaciones con dirigentes y militares del Partido Comunista boliviano, pero algunos de ellos, a la hora decisiva, rehuyeron de los compromisos previstos.
“El Che actuó en su campaña en Bolivia con el tesón, la maestría, el estoicismo y la ejemplar actitud que eran proverbiales en él (…) Factores adversos se combinaron increíblemente en su contra. La separación –que debía ser por unos breves días- de una parte de la guerrilla donde se encontraban un grupo valiosos de hombres, al perderse el contacto entre ambos en un terreno sumamente accidentado, se prolongó durante meses que ocuparon el esfuerzo del Che en su búsqueda. En ese período el asma –una dolencia que solía dominar fácilmente con sencillos medicamentos, pero que faltando estos [porque le fueron ocupados por el enemigo] se convertía para él en un terrible enemigo- lo atacó despiadadamente. Este hecho, unido al aniquilamiento a fines de agosto de la parte de la guerrilla con la que había perdido el contacto, fueron factores que gravitaron considerablemente en el desarrollo de los acontecimientos”.
“Aun cuando el número de hombres con que contaba en el mes de septiembre, algunas semanas antes de su muerte, era muy reducido, todavía la guerrilla mantenía su capacidad de desarrollo. Fue la emboscada de La Higuera, única acción exitosa del ejército contra el destacamento que mandaba el Che, matándole la vanguardia e hiriéndoles varios hombres, lo que les creó una situación insuperable”.
Si frente al cuadro de estas realidades que enfrentaron los guerrilleros, alguien considera que no fueron virtuosos, “pero no tiene respuesta honrada ni acción consecuente que implique una esperanza real a los casi trescientos millones de seres humanos que componen la población de América Latina, desoladoramente pobres en su abrumadora mayoría, entonces lo más decoroso sería el silencio, ante el gesto del Che y los que con él cayeron defendiendo sus ideas con coraje, porque la hazaña que este puñado de hombres realizó, guiados por el noble ideal de redimir un continente, quedará como la prueba más ata de lo que pueden la voluntad, el heroísmo y la grandeza humanas”.
Ante el nombre y la imagen del Che: ¡Silencio! porque el de la estrella en la frente, aún sabiendo el riesgo inminente e inevitable de toparse con el ejército boliviano, no abandonó a los suyos, mucho menos al médico de la tropa que estaba herido. El caminar en mulo aumentaba el peligro de ser descubiertos, pero trataba que el enfermo estuviera lo mejor posible.
Imagen icónica del Che Guevara. La más reproducida en la historia de la fotografía. Foto: Alberto Korda.
Durante las jornadas de marcha, los guerrilleros se vieron obligados a cruzar ríos. Foto: Centro Che Guevara.
El grupo estuvo integrado por combatientes internacionalistas procedentes de varios países. Aparecen los bolivianos Roberto (Coco) Peredo Leigue, Loyola Guzmán, Guido (Inti) Peredo Leigue y el cubano Gustavo Machín (Alejandro). Foto: Centro Che Guevara.
Integrantes de la guerrilla del Che en Bolivia. De izquierda a derecha: Loro, Inti, Pombo, Pachungo, El Chino, Marcos, Che, Miguel y Urbano. Foto: Centro Che Guevara.
Luego de burlar el cerco montado contra la guerrilla, los sobrevivientes llegan a Chile. Aparecen de izquierda a derecha, Harry Villegas (Pombo), Dariel Alarcón (Benigno), Leonardo Tamayo, Inti Peredo y David Adriazola (Darío). Foto: Centro Che Guevara.
- Para la realización de este trabajo se consultó los libros: La CIA contra el Che, de Adys Cupull y Froilán González, El Diario del Che llega a Cuba, de Hernán Uribe, y El Che en Fidel Castro.
Cronología del Che en Bolivia

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