Frente al reparto Ángel Alberto Galañena, en La Fe, había un vez… un pequeño organopónico encantado, con un nombre hermoso: El Rodeo, donde un monstruo de mil cabezas y aliento venenoso –el marabú–, ocultándose entre tanta maleza, afilaba sus garras
Frente al reparto Ángel Alberto Galañena, en La Fe, había un vez… un pequeño organopónico encantado, con un nombre hermoso: El Rodeo, donde un monstruo de mil cabezas y aliento venenoso –el marabú–, ocultándose entre tanta maleza, afilaba sus garras