Seguir el cauce de La Fuente

 

Foto: Archivo

Despedirse no siempre es fácil, menos cuando se trata de alguien cuyo significado trasciende lo especial en nuestra vida. Sin embargo, el estar ausente no anula el recuerdo y hasta puede constituir una gran oportunidad para crecer a partir de su legado.

A menudo yo visitaba su verdadero hogar –la cancha de tenis ubicada en la esquina de 28 y 41, en Nueva Gerona–; el ajetreo en ese espacio era constante y el tiempo parecía no alcanzarle mientras corregía en sus pupilos postura, movimientos, tipos de golpes…, todo en pos de perfeccionar la técnica, pues se trata de un deporte complejo cuya intención va dirigida a desarrollar tanto la fortaleza física como la mental.

Y sí que era obstinado el profe Julio Martínez La Fuente con la disciplina y constancia, “requisitos indispensables en la formación de cualquier atleta”, mas, detrás de la labor infatigable y tanto rigor existía un ser comprensivo, sensible, preocupado y muy humano.

Conocer porqué un alumno faltó al entrenamiento era para él una obligación, por ello la presencia frecuente en el hogar de ellos no resultaba un hecho extraño.

Su partida hacia la eternidad consternó a muchos, se trataba de un Quijote a prueba de balas que no creía en obstáculos, hombre consagrado a la enseñanza del tenis, al cual le dio alma en la Isla de la Juventud.

Resulta imposible hablar de esa modalidad sin que salga a resaltar él como principal exponente aquí.

Desde ahora la cancha, su cancha, no será la misma; faltarán su figura aguardando pacientemente a sus niños”, la voz firme puliendo cada detalle, el consejo oportuno o el necesario llamado de atención ante una conducta inapropiada. Ya la noche no lo sorprenderá en su zona de confort ni se le verá contando de forma minuciosa los implementos, los cuales cuidaba con celo.

Sin dudas nos hará mucha falta; por suerte nos dejó sus enseñanzas, tesón, esfuerzo, coraje, entrega, disposición, ejemplo y otro sinfín de valores que servirán de guía para honrar su prolífera obra.

Poner su nombre a la cancha amada, colocar ahí un póster con su imagen, inmortalizar en el Museo Deportivo su impronta…, disímiles son las maneras de retenerlo entre nosotros; sin embargo, pienso que estaría más agradecido si lo honramos poniendo mayor empeño en cada faena, siendo más constantes, dando lo mejor en el terreno, al estrechar el vínculo con los familiares de los atletas, sabiendo escuchar, trabajando con la esperanza en el corazón, con voluntad, persistencia, carácter y amor. Esa será la mejor vía de seguir el cauce de Julio Martínez La Fuente.

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