Mariana, símbolo de las cubanas

Cuando la mujer virtuosa se viste de inteligencia y sacrificio hasta alcanzar sus sueños y metas la califican de ¡Mariana!, en honor a la madre de los Maceo, ejemplo excepcional de conducta humana en el medio hostil del colonialismo español.

Hija de los dominicanos José Grajales y Teresa Coello, mulatos libres con solvencia económica, Mariana Grajales Coello recibió la instrucción de las entonces llamadas primeras letras y una educación ética en el seno familiar. Ello explica su modo de ser y pensamiento adelantados a su época.

La excelsa mambisa, devenida símbolo de las cubanas, nació el 12 de julio de 1815, en Santiago de Cuba.

Ella hizo a sus hijos –tanto los de su primer matrimonio con Fructuoso Regüeiferos como los concebidos con Marcos Maceo– jurar de rodillas que lucharían por una Cuba libre y así lo hicieron: la mayoría derramó su sangre generosa en la pelea por la independencia ostentando por su bravura grados militares. En la guerra perdió también al padre de los Maceo, Marcos, quien antes de morir exclamó: “¡He cumplido con Mariana!”

Bien conocida es la anécdota del día que llevaron a Antonio Maceo muy grave y ella al escuchar el llanto de las mujeres exclamó: “¡Fuera, fuera faldas de aquí. No aguanto lágrimas!”

Y al volverse vio a Marcos, el mozalbete de la familia, y le dijo: “Y tú, empínate, porque ya es hora de que te vayas al campamento”.

Nada la desalentó. A pesar de sus 53 años, de los rigores de la manigua, del hambre, frío, el riesgo de caer prisionera, del sufrimiento por la pérdida de sus seres queridos se mantuvo firme; desbordaba energía, curó heridos en los hospitales de campaña y arengaba a los convalecientes incitándolos a que, una vez restablecidos, regresaran con más bríos al campo de batalla.

Al concluir la Guerra de los Diez Años se instaló en Kingston, Jamaica, donde sufrió las severidades de la pobreza y la estrecha vigilancia de las autoridades españolas que interceptaban sus cartas. Allí falleció a los 78 años a causa de una congestión pulmonar, no sin antes pedir que cuando Cuba fuera libre, sus restos se trasladaran a su tierra natal para tener descanso eterno, lo cual se cumplió.

Con profundo orgullo el pueblo cubano, en especial sus mujeres, siguen el ejemplo de quien por su grandeza, patriotismo y audaces gallardías ganó el apelativo de Madre de la Patria.

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Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

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