
La vida cambia, a veces sin percatarnos. Lo sabemos cuando por ahí vemos mujeres sosteniendo en brazos a sus bebés; mientras, las inexpertas, las que añoran y sueñan con un día estar en su lugar se preguntan: “¿Quiero acaso ser madre?”
Mucho más que unas pocas palabras abarca la interrogante y lleva un profundo examen cuando se valora desde el otro lado de la vida y nos cuestionamos si en realidad estamos listas para asumir el deber materno.
Entonces una se llena de un sentido nuevo en esta y todas las vidas, con la energía puesta única y exclusivamente en el acontecimiento y el orgullo hinchado de esas criaturas que son los hijos.
Y yo las miro –ya madres– y vuelvo y veo las fotitos de los cumpleaños, los bautizos, las caritas saturadas de chocolate o puré y los niños en cada una de las gracias que solo ellos saben hacer, acompañadas de frases como: “Te amo y estoy orgullosa de ti”, “Eres lo mejor que me ha sucedido”…, y pienso que tales expresiones de amor infinito solo se sienten cuando se es mamá y hacia nadie con tanta intensidad y pureza como hacia esos pequeños que nunca vemos crecer aunque eleven su estatura.
Pero no basta con el derroche de sentimientos, se requiere, además, de exigencia y ternura, de un hogar lleno de amor, respeto, estabilidad emocional y económica que permita que esa “cosita” venga al mundo y aprenda a vivir con apoyo y cariño pleno cada día.
Hay que ser íntegra, paciente, grande sobre los pies y fuerte sobre los huesos para criarlos como debe ser y darles una vida de equilibrio para que sean personas de bien, honestos, que quieran a uno y se quieran a ellos mismos y a los demás.
Primero hay que dibujarlos en la imaginación, luego desearlos en la realidad, para que un día cuando lo traigamos sea con entrega, dispuestas a asumir cada uno de sus años, a cocer sus alas tantas veces como sea necesario y a dejar un poco de vivir nuestras vidas para compartirla con la suya.
La vocación materna nadie dijo que sería fácil, mas, tampoco es imposible y quienes se han encauzado en esa dirección saben que se puede tener una vida feliz, llena de oportunidades.
Madre, en esa palabra inmensa y cual estrella inextinguible, sabes que la vida junto a ti sigue siendo suficiente, alegre e intensa.