Y la libertad nunca fue descanso

Foto: Archivo

El pueblo pinero se alista para protagonizar este domingo 15 de mayo, en horas tempranas, otra multitudinaria marcha hasta el que fuera escenario de innumerables batallas y es hoy Monumento Nacional, cual antorcha de historia, enseñanzas y motivaciones.

Pero la celebración trascenderá ese ámbito al continuar luego un recorrido simbólico por los lugares que Fidel y sus compañeros de lucha realizaran hasta Nueva Gerona tras ser liberados aquel 15 de mayo gracias a la movilización popular en favor de su salida incondicional y la firmeza de los revolucionarios sancionados.

Casi dos años sufren de confinamiento porque, bajo la guía política y militar de Fidel Castro, asaltaron los cuarteles Guillermón Moncada (en Santiago de Cuba) y Carlos Manuel de Céspedes (en Bayamo) para golpear al régimen del dictador Fulgencio Batista e iniciar una nueva etapa en la batalla por la definitiva liberación de la Patria.

Al bajar la escalinata de Presidio Modelo queda atrás un período fecundo y de grandes experiencias, donde el encierro deviene escuela al crearse la academia Abel Santamaría y la biblioteca Raúl Gómez García para la preparación intelectual e ideológica de esos dignos hombres, conquistados por el ideario martiano y por cuyo torrente sanguíneo corre el patriotismo. Fidel, en su afán de servir a Cuba, desde su celda redacta su alegato de autodefensa: La historia me absolverá.

La firmeza, los principios defendidos siempre y la confianza en el pueblo hicieron posible que esa vanguardia pudiera salir en virtud de una amnistía decretada por el régimen de Batista y aunque en un momento inicial la dictadura pretendió condicionar a que los revolucionarios abandonaran la lucha, fue tanta la presión y el estoicismo de los encarcelados contra toda humillación, que al sátrapa no le quedó más opción que darle la libertad a los valerosos muchachos que en ese momento representaban una esperanza para el futuro y el pueblo, como demostraría la propia Historia.

Ya no eran los mismos, surge una nueva vanguardia revolucionaria con su propia estrategia, que avanza con la mirada esperanzadora que los conduce al desembarco del yate Granma, al Turquino y al triunfo de 1959.

“Nuestra libertad no será de fiesta o de descanso, sino de lucha y de deber”, vaticinó Fidel tras salir del encierro y 67 años después, ya con ese derecho convertido patrimonio de todos, hacen realidad los pobladores del terruño que conociera de los primeros pasos de su joven guía tras la cárcel.

Tampoco hoy se detienen sus continuadores ni desvían el rumbo ante las amenazas y calumnias de hoy. La evocación de cada 15 de mayo se convierte en popular motivación en pos de nuevas batallas y otros triunfos, concluir obras en pos del desarrollo, realizar tareas diversas y reeditar en todos los frentes la victoria conquistada junto al joven líder.

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Historia Isla de la Juventud
Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana.

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