¿Y la juventud?

Todavía recientes los ecos del duodécimo congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, vuelven a asomar las dudas en torno a esta vanguardia por parte de quienes, al parecer, no ha transitado en el tiempo.

Redacción Digital

Que la juventud está perdida es una declaración que solo cabe en aquellos que no quieren asumir la responsabilidad de las presentes y futuras generaciones. Al brindar cobertura informativa por estos días, con la juventud como protagonista, pude apreciar en su justa medida la garantía que constituye este segmento de la población en la continuidad del proceso revolucionario cubano.

Es innegable como asume los retos de un momento histórico de gran complejidad. Está presente en todas las esferas del quehacer económico y social del territorio, en puestos decisores del Partido, el Gobierno, en la administración municipal, en las entidades, los servicios…con las características propias que su lozanía les brinda y quizá, también por ello, con miradas renovadoras a cuanto hoy se hace en la nación.

En medio de las condiciones adversas que atraviesa el país, más asfixiado que antes por el cerco de un bloqueo inhumano, el éxodo de jóvenes es una realidad que debemos asimilar. Mas los que deciden quedarse son tantos y tan valiosos que vale la pena reconocer su quehacer, dinamismo e ímpetu de salir adelante pese a las dificultades.

Quienes ya peinamos canas no podemos pretender que en la era del Internet, el desarrollo vertiginoso de las comunicaciones y más reciente, la inteligencia artificial, los jóvenes vean el mundo de la forma en que décadas atrás lo hicimos nosotros. Sin embargo, ello no significa que sus intenciones sean menos nobles ni sus acciones menos eficientes.

Por el contrario, una excelente forma de ayudarlos en el empeño de seguir creciendo y haciendo por este país es dotarlos de las experiencias que con los años hemos acumulado. Ser ejemplo de disciplina, honradez y responsabilidad para que sean esos los valores que se multipliquen una y otra vez, ya sea en el entorno físico o en el plano digital.

Depositar la fe y la confianza de la Revolución en manos de las nuevas generaciones no es un empeño de soñadores, es la seguridad de que no fallarán, porque nos les ha faltado nunca la guía certera. Es ver en los jóvenes la alegría y profundidad que alguna vez avizorara  el Che.

Si hoy me preguntan: “¿Y la juventud?” Invariablemente respondo: “En su tiempo”. Es desde ahí que les toca hacer, construir y continuar con un legado que se forjó también en manos jóvenes.

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Isla de la Juventud Opinión
Pedro Blanco Oliva
Pedro Blanco Oliva

Licenciado en Literatura y Español en la universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomado en Periodismo con más de 40 años en la profesión

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