Visibilizar a las productoras

El 15 de octubre se celebra el Día Mundial de la Mujer Rural, instituido en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada por la ONU en China, en septiembre de 1995, ante la propuesta de la Federación Internacional de Productores Agrícolas (FIPA), la Red de Asociaciones de Mujeres Campesinas Africanas (NARWA) y la Fundación de la Cumbre Mundial de Mujeres (FCMM), de reconocer los múltiples roles desempeñados por productoras, campesinas y agricultoras en la economía y la sociedad en general.

La efeméride fue proclamada un día antes de la jornada Mundial de la Alimentación, debido al rol decisivo de la mujer rural en la producción de alimentos y la seguridad alimentaria.

No fue hasta el 18 de diciembre del 2007 que la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 62/136 decidió declarar el 15 de octubre como Día Internacional de las Mujeres Rurales; al año siguiente se celebró y reveló la función y contribución decisiva de este sector, incluida la indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural.

A partir de entonces han sido reconocidas, máxime si la mayoría de ellas son pobres y tienen la abrumadora responsabilidad de alimentar a hombres, niños hambrientos, y a sí mismas, además de cultivar, cosechar, cazar, pescar, llevar agua y leña a la casa y preparar y cocinar los alimentos.

En muchos países las dificultades de las mujeres rurales se tornan cada día más precarias pues, mientras de forma literal “doblan el lomo” en busca del sustento familiar con la producción de cultivos y el cuidado del ganado, proporcionan alimentos, agua y combustible para sus familias, crían a sus hijos, cuidan de ancianos y enfermos y se hacen cargo solas de sus fincas, hombres jóvenes y de  buenas condiciones físicas son contratados para trabajar en las ciudades.

A pesar de haberse instituido el Día Mundial de la Mujer Rural, aún  existe falta de reconocimiento a su condición jurídica y social, por lo que es común encontrarse a algunas sin facultades para adquirir derechos de propiedad sobre la tierra o tener acceso a servicios esenciales, como el crédito, los insumos agrícolas, la extensión, la capacitación y la enseñanza.

La situación enfrentada por ellas en el mundo a diario resulta cuanto menos, difícil: en América Latina y el Caribe un 46 por ciento no tiene ingreso propio, las empleadas en la agricultura reciben un salario inferior al de los hombres; el 54 por ciento de las trabajadoras agrícolas está por debajo de la línea de pobreza, en resumen, trabajan más y ganan menos.

Al tiempo que en México laboran 89 horas semanales, 31 horas más que los hombres. Representan el 22.2 por ciento de la población del país, estimada en 112, 336, 538 habitantes. El 50.4 por ciento de la población rural son mujeres, mientras que los hombres es el 49.6.

En algunas naciones su vital contribución a la sociedad pasa en gran parte desapercibida, por eso esta efeméride busca cambiar la situación para sacarlas de la oscuridad, al menos el 15 de octubre y recordar lo mucho que se les debe.

Tal es así que, de acuerdo a la FAO, sería posible alimentar a 150 millones de personas más en el mundo si las productoras y trabajadoras agrícolas tuvieran las mismas condiciones que los hombres.

Cuba es uno de los países que materializa un trabajo coherente para dignificar a la mujer rural; la Federación de Mujeres Cubanas, de conjunto con otras instituciones y organizaciones, muestra cuánto aportan, con el propósito de contribuir a su empoderamiento, acceder a los recursos y formas productivas, y a ayudar, con su trabajo, no sólo a su núcleo familiar sino a toda la comunidad.

Mientras que en la nación caribeña se fortalece su rol y visibilización los 365 días del año, este 15 de octubre en el mundo se marca la fecha para mostrar el valioso quehacer desarrollado por estas mujeres en un esfuerzo por que sirva también la ocasión para que sus voces no sean silenciadas y sus demandas sean atendidas. Es tiempo ya de que se resuelva el problema de rezago económico y social en el cual viven, además de reconocer su potencial en términos de desarrollo.

 

 

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