Vejez y covid, dúo peligroso

Foto: Archivo

Existen dos realidades innegables en torno al Municipio hoy, una es que cada día se hace más evidente el envejecimiento poblacional y la segunda: esta última oleada de covid 19 ha impactado de una manera muy superior a lo previsto.

Para ilustrarlo en datos más claros, de acuerdo con Adrián Batista Valladares, jefe del departamento de Adulto Mayor, Discapacidad y Asistencia Social de la Dirección de Salud, la Isla se caracteriza por una población envejecida en bloque, o sea, uno de cada cinco pineros supera los 60 años, haciendo que sean más los ancianos que todo el grupo etario comprendido entre cero y 19 años.

Mientras tanto, desde el pasado noviembre hasta este momento –menos de cuatro meses– la cifra de contagios de coronavirus supera con creces la registrada aquí desde el inicio de la pandemia.

Si tenemos en cuenta entonces que bajo estas premisas vive la Isla en la actualidad, resulta obvio que tienen algún tipo de relación entre sí, la cual, de hecho, no es nada favorable.

Durante este rebrote de covid en el territorio, si bien ha sido en el segmento de población de los adultos jóvenes entre los que se ha experimentado el más elevado índice de contagio, quienes han sufrido las peores consecuencias son los mayores de casa.

Situación que no dista del panorama general de la nación, pues según trascendió en reunión del Grupo Nacional de Trabajo para el enfrentamiento a la pandemia, entre enero y febrero cerca del 80 por ciento de fallecidos por coronavirus fueron ancianos de 60 años en adelante, sobre los que repercuten de forma más directa comorbilidades como hipertensión, diabetes, problemas renales y discapacidad mental, patologías casi siempre asociadas a edades avanzadas.

Pero, volvamos al Municipio. Se ha repetido hasta el cansancio que pese a la efectividad de las vacunas y del autocuidado es posible enfermarse, sin embargo, la disciplina y la responsabilidad distan mucho de ser actos cotidianos. Por tanto, permítame decirle una tercera realidad que ya está más que definida por nuestras autoridades, los ancianos pineros no se enferman en su mayoría en colas y aglomeraciones, sino que se contagian en los hogares.

Esta es la principal razón para que el llamado a la responsabilidad no sea palabrería agotadora, sino verdadera alerta ante el peligro al cual las conductas imprudentes someten a abuelas y abuelos.

Urge hacer más por ellos, por su cuidado y bienestar, tengamos en cuenta que su organismo –lógicamente– debe esforzarse de más para combatir el virus y por desgracia no siempre lo logran.

Es necesario ser responsables, sí, pero también crear una cultura geriátrica que permita prever las necesidades de ese sector y cómo solventarlas desde una perspectiva multidisciplinaria.

Solo así podremos tener a buen resguardo a nuestros viejos, quienes representan la memoria viva de esta tierra y otro de los logros de la Revolución.

Otros artículos del autor:

    None Found

COVID-19 Isla de la Juventud Isla de la Juventud Salud
Yenisé Pérez Ramírez
Yenisé Pérez Ramírez

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana

Colaboradores:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *