¡Valor encendido!

MAMÁ, coge a las perritas y vamos para la Isla”, dijo entre llantos su hija de nueve años al ocurrir la explosión del segundo tanque esa noche que parecía interminable en Matanzas.

Me relató una amiga de esta tierra pinera que vive hace unos años en la Atenas de Cuba, donde a siete kilómetros del siniestro podían sentir un olor semejante al del azufre y el calor abrumador.

La angustia y el miedo se apoderaron de cada hogar matancero y del país entero a causa del incendio ocurrido en la base de supertanqueros, el de mayores proporciones en la historia de esta nación según expertos. No obstante, con la misma rapidez con que se propagó el fuego en los cuatro tanques de combustible se solidarizaron un país entero y estados del mundo.

Admirable ha sido cada gesto de apoyo al pueblo matancero en esta compleja situación, donde más de 120 personas resultaron heridas, algunas fueron reportadas en estado crítico y se lamentó la irreversible pérdida de vidas humanas en el cumplimiento del deber. Mas, con la magnitud de la tragedia se activaron las acciones solidarias.

Desde todas las provincias se movilizaron bomberos, profesionales de la Salud hacia la Ciudad de los Puentes, se realizaron donaciones de sangre, ayudas de alimentos de cooperativas agropecuarias, mipymes, trabajadores cuentapropistas, sectores estatales y hasta de personas como Ariel, quien dispuso su carro para el traslado de personal sanitario y familiares de heridos cada día.

De nuestra Isla tenemos allá al doctor Armando Sánchez Leal, residente de Cirugía Plástica y Caumatología (rama médica relacionada con las quemaduras, de su tratamiento y el de sus secuelas), quien se encuentra en el hospital Faustino Pérez asistiendo a los lesionados y heridos del accidente. Según expresó al ver la cantidad de quemados recibidos en la institución hospitalaria, aquello parecía una zona de guerra.

Las muestras de solidaridad llegaron de muchas maneras a ese centro: medicinas y recursos específicos para el tratamiento de quemaduras, alimentos, transporte…; muchísimos ciudadanos apoyaron con total amor y empatía porque en momentos como estos todos cooperamos de la mejor manera posible.

Así sucedió con la ayuda inmediata de México y Venezuela con la carga de recursos significativos para extinguir el fuego en una zona que ha ardido sin precedentes y hoy luce como si hubiese explotado una bomba, todo quemado, tiznado, sin color, carros calcinados, vidas perdidas entre tanta oscuridad.

El Cuerpo de Bomberos, la Cruz Roja, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, trabajadores de Cupet, especialistas mexicanos y venezolanos, protagonistas incansables de la titánica tarea de sofocar por completo las llamas, así como todas las operaciones de Construcción e Hidráulica involucradas merecen el respeto y agradecimiento de Cuba.

“¿Mamá, entonces ya no nos vamos a extinguir como los dinosaurios?”, le dijo la pequeña a mi amiga devenida matancera, mientras observaban –transcurridos ya varios días– las alentadoras noticias de la favorable situación, pues estaba a punto de culminar la tragedia. “No mi niña, esos hombres valerosos nos están salvando”.

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