Una cumbre entre la esperanza renovada, la urgencia y la acción colectiva

Sitio de la Presidencia de Cuba

Con una evocación al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y a las palabras pronunciadas, hace 30 años, en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social en Copenhague, cuando nos decía que «hace falta algo más que promesas, resoluciones y declaraciones: hace falta voluntad política y justicia» para hacer realidad nuestros sueños, concluyó el miembro del Buró Político y primer ministro, Manuel Marrero Cruz, su intervención en la segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social.

En el Centro Nacional de Convenciones de Qatar, donde se dan cita 14 000 participantes, incluyendo a más de 40 Jefes de Estado y de Gobierno, 170 ministros y representantes de la sociedad civil, organizaciones juveniles e instituciones internacionales, el Primer Ministro agradeció este martes al pueblo, al Estado y al Gobierno de este país «su amable hospitalidad y por acoger tan importante evento».

Tres décadas han transcurrido desde la Conferencia Mundial sobre Desarrollo Social y los compromisos de Copenhague siguen siendo pilares esenciales para un desarrollo social inclusivo y sostenible. En tal sentido, Marrero Cruz aseguró que la humanidad enfrenta desafíos sin precedentes, y un orden internacional injusto que perpetúa la desigualdad y la pobreza.
Foto: Estudios Revolución

«No puede haber desarrollo social en un mundo con más de 750 millones de personas padeciendo hambre, 2 300 millones con inseguridad alimentaria o con 3 800 millones sin protección social, en el que la reducción de la pobreza está estancada y la riqueza se concentra en menos personas, cada vez más», ilustró el Jefe de Gobierno, a la vez que agregó que los multimillonarios recursos que se destinan al gasto militar, incluido para financiar el genocidio que hoy se comete en Palestina, debieran destinarse al desarrollo y la eliminación de la pobreza.

Al respecto, reiteró la más firme solidaridad de Cuba con el pueblo palestino, así como el enérgico rechazo a las amenazas de agresión de Estados Unidos contra la hermana Venezuela. Añadió que la aplicación creciente de medidas coercitivas unilaterales contra naciones del Sur también impide avanzar en materia de desarrollo. «Son los pueblos, las personas, quienes sufren el devastador impacto de estas prácticas. El caso de Cuba lo demuestra», afirmó.

EL COMPROMISO DE CUBA

Durante su intervención, el Jefe de Gobierno se refirió al criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por más de seis décadas por Estados Unidos contra Cuba, así como a la arbitraria, infame y unilateral inclusión del país en la lista de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo, que constituyen el principal obstáculo a nuestros esfuerzos para avanzar en materia de desarrollo sostenible.

«Se trata de una guerra económica dirigida a asfixiar nuestra Revolución y ponernos de rodilla; pero sepan que contamos con un ejército de pueblo, de mujeres, de hombres y jóvenes dispuestos a luchar y que nunca permitirán ello», aseguró Marrero Cruz, y detalló que la semana última, la inmensa mayoría de la comunidad internacional manifestó, una vez más, en la Asamblea General de las Naciones Unidas su posición contraria a la aplicación de esta política. «El pueblo y Gobierno cubanos agradecen esta invariable e histórica muestra de solidaridad y apoyo al Derecho Internacional».

En sus palabras, el Primer Ministro recordó, también, el paso del huracán Melissa por Cuba, el cual dejó cuantiosos daños materiales y aprovechó la ocasión para retribuir las innumerables muestras de solidaridad y a aquellos países que han mostrado su interés en hacer aportes materiales hacia las personas afectadas y para el proceso de recuperación.

Hacia el final de su intervención, el Jefe de Gobierno señaló que mientras crece la deuda externa de los países en desarrollo, pagada ya varias veces; así como la fuga de capitales, la crisis climática, urge un nuevo orden internacional que garantice no solo paz, sino el derecho al desarrollo, la igualdad soberana, la justa representación del Sur en las decisiones globales y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

«Los esfuerzos de los países en desarrollo en pro de la Agenda 2030 deben estar respaldados por acciones concretas: transferencia tecnológica e inversiones», aseveró el Primer Ministro, quien, a 30 años de Copenhague, reafirmó el compromiso de Cuba «con la causa del desarrollo social y sus tres pilares: la erradicación de la pobreza, el empleo pleno y productivo, y la inclusión social».

UN NUEVO DOCUMENTO Y EL MISMO DESAFÍO

En un planeta que enfrenta crecientes desigualdades, cambios demográficos, así como profundas transformaciones tecnológicas y ambientales, la Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social ofrece una plataforma crucial para el diálogo y la acción colaborativa. Por eso, en la jornada inaugural de la cita se remarcó la idea de que el desarrollo social es una responsabilidad colectiva y a tono con ello sus participantes adoptaron la Declaración Política de Doha, una promesa renovada para erradicar la pobreza, promover el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos, y fomentar la inclusión social.

Además, hace un llamamiento a renovar la cooperación multilateral, la solidaridad y las soluciones innovadoras para acelerar el progreso social y alcanzar la Agenda 2030, basándose en el legado de la Declaración y el Programa de Acción de Copenhague de 1995. La resolución reafirma que «la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones sigue siendo el mayor desafío mundial» y que el desarrollo social y la justicia social «son indispensables para la paz y la seguridad».

La Declaración propone un «multilateralismo efectivo» basado en la dignidad humana y en la cooperación, con compromisos para reforzar la protección social, promover la igualdad de género, formalizar el empleo informal y garantizar salarios justos. El texto aspira a reavivar la visión política, económica y ética del desarrollo social. «Nos reunimos en una cumbre de esperanza renovada, impulsada por el compromiso y la acción colectiva», advierte.

Precisamente a esa responsabilidad para trabajar unidos, con voluntad política y medidas firmes y así impulsar políticas y acciones concretas, integradas y específicas para aplicar la Declaración, se refirió en el discurso de apertura de la cumbre, António Guterres, secretario general de la ONU, quien añadió que ese documento «representa un fuerte impulso para el desarrollo y un plan integral para la humanidad».

Este plan, apuntó, requiere medidas en cuatro áreas clave: la lucha contra la pobreza y la desigualdad, la promoción de oportunidades de empleo, la obtención de la financiación necesaria y la garantía de los derechos humanos y la inclusión. Por eso, agregó, la Declaración se traduce en una realidad tangible al centrarse en proporcionar oportunidades para todos, basándose en los principios de justicia social, pleno empleo y dignidad humana.

Guterres advirtió contra la continua exclusión de muchos grupos, entre ellos las mujeres, las minorías, los migrantes, los refugiados, las personas de edad, los pueblos indígenas, las personas con discapacidad y los jóvenes; y destacó la necesidad de proteger los valores democráticos, consolidar la participación de las mujeres, eliminar la discriminación y violencia de género, y erigir sociedades libres de desinformación y discurso de odio, con los derechos humanos como brújula hacia la justicia y un futuro mejor para todos.

En un contexto relacionado, señaló que la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, celebrada en Copenhague, fue un momento de reflexión moral, en el que la comunidad internacional afirmó que el verdadero desarrollo no significa lograr la prosperidad para unos pocos, sino proporcionar oportunidades para todos. Entonces, pidió que la Declaración se traduzca en realidad palpable que responda a los desafíos globales y garantice un futuro mejor para la humanidad.

Por su parte, Su Alteza, el jeque Tamim Bin Hamad Al-Thani, Emir del Estado de Qatar, aseguró que este nuevo encuentro constituía una ocasión para reafirmar el espíritu de solidaridad y cooperación internacional frente a los retos que obstaculizan el progreso económico, amenazan la paz social y ralentizan la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible.

«El desarrollo social no es una opción, sino una necesidad existencial para todas las sociedades y personas», apuntó el Emir, a la vez que destacó que el éxito de esta Segunda Cumbre se medirá por la capacidad para traducir nuestros compromisos en medidas concretas que permitan alcanzar el desarrollo social para todos, especialmente en los países en desarrollo.

«Confiamos plenamente en que, gracias a nuestra colaboración, tenemos la capacidad de hacer de esta conferencia un punto de inflexión importante para responder a las aspiraciones de nuestros pueblos y aprovechar las numerosas oportunidades que se nos brindan para lograr avances tangibles en el ámbito del desarrollo social de manera integral y sostenible», concluyó.

Estas intervenciones y cuantas se escucharon este martes en el salón plenario del Centro Nacional de Convenciones de Qatar fueron una plataforma ideal para el aprendizaje, la generación de ideas y pasar de la planificación a la implementación de soluciones prácticas frente a los problemas y desafíos sociales que enfrentan numerosas sociedades en ese mundo más justo y sostenible que tenemos el deber de construir.

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