Una ciencia de transformación, movimiento y buenas prácticas (+ Video)

Roelis Castillo Mestre, director del Centro de Estudios de Desarrollo Local en la Universidad pinera/ FOTO: Gerardo Mayet Cruz

“Si se aplica la ciencia es seguro alcanzar buenos resultados y con calidad”. Así lo aseveró un destacado productor cuyos resultados avalan su afirmación.

Sin embargo, resultó llamativo el cambio radical que experimentó a la hora de gestionar su finca. En la actualidad es declarado “enemigo” de los productos químicos, pero no siempre fue así; con anterioridad fue de los reacios al tema de la agroecología y a partir del vínculo con la Universidad Jesús Montané Oropesa y el Proyecto de Innovación Agropecuaria Local (Pial), comenzó a trabajar con ese tipo de productos y quedó prendido al punto de que ya no desea saber de los químicos.

Como este perspicaz agricultor, otros se han ido sumando con espontaneidad y voluntariedad a la utilización de esta ciencia. Según nos cuenta Roelis Castillo Mestre, director del Centro de Estudios de Desarrollo Local en la Universidad pinera, para ellos constituye un gran resultado poseer un movimiento de alrededor de 30 fincas para ser certificadas como fincas agroecológicas.

Pero, ¿qué es la agroecología?, así lo reveló Castillo Mestre.

“Es una ciencia holística que abarca la transformación que se hace desde el saber campesino, más todos los adelantos que tiene la ciencia, pero sobre la base del conocimiento de los agroecosistemas. Las técnicas agroecológicas son buenas de acuerdo al contexto donde se apliquen. Es importante lo relacionado con el sistema participativo de gestión de la finca, con sus características y los cultivos diseñados para desarrollarse.

“La Universidad tiene varios proyectos que promueven las referidas prácticas. Como institución estamos gestionando los que tienen que ver con eso. Primero la capacitación y formación, el intercambio de saberes entre campesinos que socializan buenas prácticas y segundo con el acompañamiento que llevan las buenas prácticas y la socialización de resultados que llamamos ciclo de aprendizaje de acción, un sinnúmero de actividades, acciones acometidas en función de mejorar los sistemas productivos.

“Llevamos trabajando desde el 2020, primero con el Pial que cerró en el 2022 y desde el 2021 con el Proyecto Modelo Agroecológico Sostenible del cual la Isla es parte y donde han sido certificadas tres fincas como agroecológicas”.

Roelis destacó que las fincas con las cuales comenzaron a trabajar tuvieron como base la producción de papa ecológica; no obstante, en la actualidad ya no es solo ese cultivo, sino un sistema que se maneja en la finca.

“Les proporcionamos a los productores asociados al proyecto varias posibilidades con la intención de que puedan experimentar, probar y se acojan a las buenas prácticas y a la transformación de su finca.

“En este caso están relacionadas con las cercas vivas, elaboración de materia orgánica, lombricultura, humus, aplicación de bioles, elaboración de microrganismos benéficos… Hay productores que lo desarrollan de manera endógena y eso se equilibra con el reciclaje de nutrientes de la propia finca. Además, tiene un sistema de rotación de cultivos que permite con la asociación de estos mejoras al suelo. Ello hace que la finca tenga un carácter más sostenido, pues la agroecología la vemos como la base científica para lograr la sostenibilidad de los agroecosistemas.

La aplicación y elaboración de materia orgánica constituye una de las buenas prácticas relacionadas con la agroecología/ FOTO: Gerardo Mayet Cruz

“Destacan también las buenas prácticas dirigidas a la cosecha con la aplicación de normas de riego adecuadas, el intercalamiento, trampas desarrolladas en los sembradíos para combatir plagas y enfermedades, la aplicación preventiva y cerramos el ciclo con la socialización de esas buenas prácticas, o sea que el campesino lo pueda extender a otros cultivos y fincas”.

Lo principal –enfatizó– es que el propio agricultor promueva sus mejoras, adopte aquellas posibilidades que prefiere y replique los resultados.

Precisamente el movimiento más agroecología es ese realizado campesino a campesino, donde hablan en sus propios términos, capacitan a otros productores e intercambian saberes.

Respecto a los beneficios subrayó que el primero es ambiental, “yo aplico materia orgánica; a lo mejor de inmediato no obtengo grandes resultados, pero mientras más la finca desarrolla ese tipo de característica el suelo mejora su cualidad fisico química, así como la productividad y eso conlleva a superiores beneficios económicos.

“Se utilizan los desechos de la finca, van creando una cultura de reciclar y reutilizar todo proporcionando equilibrio, aprovechando cada pedacito de tierra sembrando diferentes cultivos. Ese entorno que se logra en la finca es un beneficio para el guajiro y su familia”.

Recalcó Castillo Mestre que el mayor reto de las tecnologías creadas en la agricultura es su sostenibilidad y ello lo alcanzarán en la medida que incrementen las fincas agroecológicas y los campesinos se inserten a este sistema productivo.

“Si el productor transforma su mentalidad y cultura lo conseguiremos. Se ha evidenciado una transformación cultural en quienes prefirieron sembrar papa ecológica y no tradicional. Tampoco desean trabajar con químicos porque aprecian que desde su entorno con la utilización de lo que genera su finca han alcanzado resultados superiores a los conseguidos con el paquete tecnológico.

“Eso es que el hombre tenga independencia, sostenibilidad en el sistema, que cualquier política no le afecte porque es capaz de generar tecnologías que promuevan y produzcan alimentos.

“Para tener agroecología existen varios principios: mantener el suelo cubierto de cultivos con rotación, correcto manejo de este, aplicación de materia orgánica y de medios biológicos; aquí sobresalen instituciones como la Empresa Labiofam, capaz de producir una serie de medios biológicos que muchos hombres del campo aún no saben aplicar ni utilizar de manera eficaz”.

Resaltó a aquellos que tuvieron la iniciativa de producir con sus propios medios biológicos. “Un grupo desarrolló en sus tierras microrganismo eficiente (ahora llamado microrganismo benéfico), bioles, biosoles, lombricultura, aplican humus de lombriz, hacen cobertura verde, son tecnologías en función de sustituir lo que no pueden comprar”.

Como parte del proyecto destacó que de manera sistemática imparten talleres temáticos con diferentes productores, pues poseen alrededor de nueve líneas de trabajo con ellos, donde incluyen a los nuevos actores de la economía.

Finalmente enfatizó en la necesidad de aterrizar aquí las políticas públicas de manera que se conozcan más. Sobre todo las dirigidas a los precios, al acceso a los recursos, a productos y líneas priorizadas.

“Los proyectos que aportan recursos de este tipo deben promoverse, apoyarse y financiarse porque van a aportar una transición hacia la agroecología de la mejor forma.

“El país está trabajando en la norma de esta materia en Cuba, ya hay definiciones al respecto y propuestas de un sistema de participación de garantías que van a permitir avanzar”.

En definitiva la aspiración es lograr que la agroecología se convierta en una manera de vivir y no en una necesidad que se aprovecha ante la escasez de recursos.

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Yuniesky La Rosa Pérez

Licenciado en Comunicación Social en la universidad Jesús Montané Oropesa, Isla de la Juventud

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