
Llega junio y con él reflexiones, S. O. S, llamados hacia la responsabilidad ambiental y con nuestro entorno y planeta. Arriba convocándonos a un pacto con la naturaleza de abrazarla más, velar por su desarrollo sostenible, prevenirla de catástrofes climáticas, evitarle contaminación y pérdidas de la biodiversidad, como ese bien natural que nos da cobija. Entra al calendario regañándonos de no usar y tirar.
En su lugar nos enseña a reutilizar, reciclar, reorientar cada milímetro de plástico si queremos reducir contaminantes en lagos, ríos, mares o vertederos por este producto al terminar su vida útil. Nos grafica los daños con la imagen de tortugas enredadas en las anillas de pomos de refrescos o una gaviota comiendo plástico, lo cual deriva proliferación de microrganismos, en ocasiones encontrados en alimentos consumidos por nosotros, el agua bebida o el aire respirado.
Junio llega con sus habituales alertas, esta vez nos dice que el tiempo se acaba y la naturaleza se encuentra en situación de emergencia. Si queremos limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius debemos reducir a la mitad las emisiones anuales de gases de efecto invernadero. Nos hace un guiño a actuar rápido. Habla de que la exposición a aire contaminado aumentará en un 50 por ciento en esta década, mientras los desechos plásticos camino hacia los ecosistemas acuáticos podrían triplicarse.
Qué hacer ante tantos peligrosos pronósticos. Pues prometerle a la naturaleza mejorar nuestros hábitos de consumo por uno más ecológico, además de acelerar las acciones hacia una economía circular donde el reciclaje sea un negocio rentable. Hagamos un guiño y escuchémosla.





Otros artículos del autor:
- None Found