Un fracaso tras otro

No hay un solo ámbito de la vida de los cubanos en el que no haya intervenido la capacidad destructiva y desestabilizadora del bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos de América contra Cuba, aseguran en diversos idiomas y latitudes como innegable verdad que hiere la sensibilidad humana y esta semana devino fuerte argumento para 187 países exigir al imperio en la Asamblea General de la Onu eliminar esa política de guerra en tiempos de paz.

Allí la comunidad internacional se pronunció con esa cantidad de votos (187) a favor del reclamo cubano: Tumba el bloqueo (con solo dos en contra –EE. UU. e Israel– y la abstención de Moldavia).

La abrumadora decisión es consecuente con los principios de la Carta de la Onu, donde por más de 30 años ha sido condenado a la derrota, aunque no haya cambiado su política la Casa Blanca.

No otra cosa puede esperarse de esa administración senil, ahogada en el pasado, sumida en sucias guerras dentro y fuera, aislada en el orbe y condenada a un fracaso tras otro, como el sufrido en la Onu.

“A su política de bloqueo contra el pueblo noble y solidario de #Cuba, el gobierno estadounidense añade una infamia adicional: otra vez se hace acompañar en el voto negativo por #Israel, el genocida de #Gaza. Vergonzoso y doble prontuario criminal”, expresa nuestro presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la red social X.

Para los cubanos y sus familias este cerco se ha convertido más que en guerra financiera, en genocidio cada vez más criminal, y se reitera no solo en Nueva York, sino también en barrios, comunidades, escuelas y demás colectivos que siguen los debates de la Onu y comparten el júbilo por la rotunda victoria de la Cuba que resiste y el mundo que no la deja sola.

Mientras en casa buscan qué más aportar a la valija solidaria para los damnificados del huracán Oscar en la provincia  Guantánamo, las familias pineras todavía comentan de ese triunfo y lo vinculan a otro reclamo por eliminar un daño no menor: el de “la inclusión de Cuba en la lista unilateral del Departamento de Estado de EE. UU. sobre países supuestamente patrocinadores del terrorismo”.

Solo de marzo del 2023 hasta febrero del 2024 ese bloqueo causó daños a Cuba por un valor superior a los 5 000 millones de dólares, un incremento de 189,8 millones con respecto a la cifra reportada en el informe anterior y una afectación de más de 421 millones de dólares mensuales y más de 13,8 millones de dólares diarios.

Pero tomando en cuenta el comportamiento del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, los perjuicios ascienden a más de 1 billón 499 710 millones de dólares durante más de seis décadas de esta brutal política.

Mas, esos impactos tienen a millones de perjudicados y los ejemplos abundan como las carencias que obligan a los cubanos a buscar alternativas en casa, centros de trabajo y cultivos y más cuando agravan el daño las constantes sanciones estadounidenses contra las empresas involucradas en el suministro de combustible, mayor persecución a las transacciones financieras y más obstáculos para adquirir recursos de primer orden.

Tal ensañamiento ocurre sin que exista la menor justificación política, ética, moral y económica, y todavía dice el representante yanqui que no se explica el descalabro en la Onu.

Tan ciegos están ante una realidad donde en vez del lamento se sobrepone la voluntad de un pueblo digno que resiste, confía en sus fuerzas y crea frente a la embestida cotidiana, con el incondicional apoyo internacional.

Los pineros no perdemos la alegría por el indiscutible triunfo que en estos días contagia más y alienta en la medida en que se acerca el fin de un año complejo y difícil, pero desafiante, histórico y victorioso.

Así lo reiteran con hechos el agricultor Euclides Veirut González, conocido por sus resultados en diversos cultivos en el polo productivo Capitán Lawton; aniristas de la talla de Humberto Manuel Pérez Ramírez, de Etecsa; y otros pineros por haber vencido obstáculos inimaginables, puesto a prueba la resistencia y el ingenio en medio de la contingencia energética y elevado la solidaridad por encima de adversidades naturales y del genocidio imperial.

 

(*) Colaborador

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Isla de la Juventud Opinión
Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana.

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