El revolucionario muere, pero deja un legado; ideas que viven en la lucha, en otras manos, en el sueño y la vigilia. En la utopía irreverente de los que no se cansan de pelear por la justicia repartida allí donde la dignidad es una bandera.
El revolucionario muere, pero deja un legado; ideas que viven en la lucha, en otras manos, en el sueño y la vigilia. En la utopía irreverente de los que no se cansan de pelear por la justicia repartida allí donde la dignidad es una bandera.