Mientras el gobierno de los Estados Unidos (EE.UU.) se volvía el centro de atención de los principales emporios mediáticos por su deficiente gestión en el manejo de la COVID-19 y ante el enésimo asesinato de un ciudadano afroamericano a manos de la policía, el Departamento de Estado de ese país anunciaba otro paquete de medidas restrictivas contra Cuba.