Se acerca el noveno mes del año con sus alegrías escolares y la celebración del aniversario 62 de los CDR, pero también con sus alertas, pues muestra la mayor frecuencia de formación de ciclones tropicales en nuestra área geográfica de interés, conformada por el Atlántico tropical, el golfo de México y el mar Caribe, principalmente durante su primera quincena.
Para Cuba en particular, septiembre constituye históricamente el segundo mes más peligroso de la temporada en lo referido al azote de ciclones tropicales (con el 35 por ciento de los registrados en Cuba), superado solo por octubre (con 40).
Tal predicción parece no cambiar a pesar de mostrarse un comportamiento menos activo de lo previsto en los pronósticos difundidos antes de su comienzo por instituciones de varios países.
Sin embargo, y a punto de finalizar la tercera decena de agosto, solo han surgido tres tormentas tropicales: Alex, el cinco de junio; Bonnie, el primero de julio, y Colin, el dos de igual mes, mas, ninguna alcanzó la categoría de huracán y, desde hace más de 45 días nuestra área geográfica vive una calma ciclónica absoluta.
La inactividad en agosto contrasta con las características y el comportamiento de este mes, que clasifica como el tercero más activo de la temporada.
Como coinciden los especialistas nacionales y de otros países, la frecuente cobertura de nubes de polvo del Sahara sobre el Atlántico tropical está entre las causas de ese comportamiento, pues aporta un aire muy caliente con valores mínimos de humedad relativa que han “secado a las ondas tropicales activas, en cuanto a nubosidad y lluvias salidas de las costas de África”, cita en un análisis al respecto el colega Orfilio Peláez.
De hecho se impide a los sistemas tropicales concentrar la energía para su surgimiento y desarrollo.
Pero la actualización del pronóstico estacional cubano realizada al inicio de agosto ratificó la perspectiva de una temporada activa, al esperarse desde esa fecha hasta el 30 de noviembre, fin de la temporada, 14 tormentas tropicales (sin incluir las tres formadas), de las cuales ocho pueden llegar a ser huracanes.
Sencillamente, no hay tiempo para confiarse y menos para la inactividad de quienes suelen justificarse para dejar de adoptar las medidas con vistas a evitar daños humanos y materiales en una temporada impredecible frente a esos fenómenos ante los cuales corresponde prepararse en entidades, comunidades, casas.
Algunos modelos comienzan a sugerir que a finales de agosto deben empezar a cambiar las condiciones desfavorables para los ciclones.
Ante la incertidumbre y variabilidad del clima, la advertencia más oportuna la ha hecho la doctora Miriam Teresita Llanes, jefa del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, cuando señaló que no podemos bajar la guardia ante esa notoria tranquilidad.
Por eso es momento de retomar las acciones orientadas a la población y trabajadores dirigidas a preservar bienes, asegurar instalaciones, la recogida de basura junto a Servicios Comunales y demás medidas previstas por la Defensa Civil frente no solo a los fuertes vientos de una tormenta, sino también a la posibilidad de lluvias fuertes que puedan acompañarla.
Y vale recordar otros trabajos indicados como desagües de zanjas y alcantarillados para evitar inundaciones y continuar cumpliendo las medidas, todas planificadas, para cuidar la vida y los recursos y no ser sorprendidos por daños impredecibles de esos fenómenos.