
EN TAN solo un mes el país ha vivido lo impensable: dos huracanes, terremotos de gran intensidad en el oriente cubano y otra desconexión del sistema eléctrico nacional, del que ya buena parte se rehabilitó, en medio de un descomunal acoso mediático y económico que agrava las carencias.
Sin embargo, la nación resiste a pie firme y se recupera, sin perder su alegría ni la hermandad que la hace más fuerte ni disminuir su confianza en el futuro.
¿Cómo explicar esa capacidad de sobreponerse a los contratiempos?
Los contrastes ilustran por sí solos lo que nos hace distintos e invencibles.
Tras el más reciente de los huracanes, Rafael, que subió paralelo a la costa este del territorio pinero y embistió Artemisa, Mayabeque y La Habana, todo transcurre con organización, prioridades bien entrenadas y real preparación para el peor escenario.
Mientras en Occidente con esfuerzo extraordinario, eran evacuadas muchas personas por las diversas amenazas de la tormenta, en Guantánamo, retornan a sus hogares los evacuados por Oscar.
En Isla de la Juventud regresan a Cocodrilo los pobladores resguardados ante el evento meteorológico, entre otros protegidos, con la satisfacción de haber preservado la vida como ocurrió en el país, no sin antes agradecer la atención del centro que los acogió, y el desvelo de las autoridades aquí.
Los daños no fueron mayores por las medidas previas, el temprano aviso y alerta, y la evacuación en regiones más vulnerables, en las que las autoridades en Cuba dan cátedra a países desarrollados sin dejar a nadie desamparado, pues estuvieron dentro del lodo y las aguas junto a la población.
En el país un cuarto de millón de personas fueron protegidas, más del 90 por ciento de quienes viven en lugares con peligro de derrumbe y las Comisiones de Evaluación de Daños y Necesidades trabajaron en las zonas afectadas.
Aun lloviendo y a menos de 24 horas del paso del huracán por Artemisa el miércoles seis de noviembre, el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez ya estaba allí, en el territorio más afectado, intercambiando con los pobladores al igual que en otras localidades, siempre al tanto de la restauración.
Los eléctricos laboran sin descanso de oriente a occidente en un esfuerzo en el que los pineros restablecen el servicio en pocos días a los más de 33 500 clientes, parten telecomunicadores para lugares afectados, reinician las clases, Cayo Largo del Sur concluye la limpieza y los pescadores reparan sus medios.
Mas, la preparación y recuperación involucran a todas las instituciones y de manera destacada las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior, que se suman a la limpieza y al socorro de sitios interrumpidos, junto a las organizaciones políticas y de masa al frente de las movilizaciones.
Como afirma José A. Amesty R. en Cubainformación, la nación caribeña “muestra al mundo lo que es capaz de hacer la organización de los cubanos, a pesar de no contar con todos los recursos”.
Enorme es el reconocimiento al gobierno y a su Defensa Civil creada en los años ’60 del pasado siglo. Ese sistema de medidas estatales desde tiempo de paz para proteger a la población y la economía deviene fortaleza, sustentada en el profundo humanismo de su sistema social.
Pero contrario a esa sensibilidad e inmediatez fue lo ocurrido a los españoles ante el desastre natural que “sorprendía” este 29 de octubre a Valencia y sus alrededores en automóviles y casas bajas, donde perdieron la vida ahogados más de 250 personas y quedaron muchos desaparecidos y abandonados.

Pero ni el presidente valenciano, Carlos Mazón, ni el del gobierno español, Pedro Sánchez, hicieron nada y hoy riñen desde partidos políticos rivales, por esos días después Sánchez tuvo que ser “evacuado” de la zona afectada apenas llegó por la indignación popular dada la falta de previsión y lenta respuesta y fueron recibidos con barro e insultos el rey Felipe VI y la reina Leticia al cabo de la semana durante su visita a la zona, donde ahora temen a un brote de enfermedades infecciosas.

Pero hay más, mientras cuestionan el abandono de la mencionada región española, su gobierno recortó recientemente la estructura de emergencia.
Justificándolo como gasto innecesario, eliminó la Unidad Valenciana de Emergencias creada para responder a catástrofes como las Danas (Depresión Aislada en Niveles Altos), con intensas lluvias e inundaciones.

A esos errores se suman la comunicación tardía, a pesar de los avisos de meteorología, el rechazo de ayuda y empresas que forzaron a laborar.
A tal extremo llega la tragedia humanitaria, en la “rica” Europa, que la policía en Valencia reprime en los últimos días a los manifestantes que piden la dimisión del presidente regional por la desatención gubernamental.
(*) Colaborador