Pobre Marquitos

Marco Rubio. Foto: Archivo

En medio del ajetreo diplomático que provoca la próxima cumbre entre Trump y Putin, el secretario de Estado norteamericano anda medio apesadumbrado por los pasillos del edificio Harry Truman en la barriada de Foggy Bottom.

Pese a sus esfuerzos por mostrarse como una figura presidenciable de cara a 2028, Marco Rubio se hunde cada vez más ante la opinión pública estadounidense. Una reciente encuesta de Gallup lo muestra como el miembro prominente más impopular del gabinete de Trump y como uno de los tres personajes más rechazados por los estadounidenses; sólo superado por el excéntrico de Elon Musk y el genocida de Benjamín Netanyahu.

Rubio pasó de una calificación neta favorable de +8 (41% favorable, 33% desfavorable) en enero a -16 (31% favorable, 47% desfavorable) en julio, una disminución de 24 puntos en la favorabilidad neta.

Al parecer, la opinión pública le está pasando factura a Rubio por los recortes a la ayuda exterior, la expulsión de miles de empleados del Departamento de Estado, las erráticas políticas hacia Cuba y Venezuela, y su hipócrita doblez en el tema migratorio.

Sus expresiones en la escandalosa reunión Trump-Zelensky llenaron de memes las redes sociales. El furioso defensor de las sanciones más duras contra Rusia, ahora tiene que tragarse sus palabras y defender las negociaciones con el “malvado ruso” que impulsa entusiastamente su jefe.

Aunque el presidente Trump lo tiene bastante entretenido dirigiendo tanto el Departamento de Estado como el Consejo de Seguridad Nacional, Rubio ha quedado desplazado de las principales negociaciones internacionales del imperio. Ni en Venezuela, Rusia o el Oriente Medio, tres puntos capitales para la política exterior de Washington, ha sido el jefe de la diplomacia estadounidense el principal negociador enviado por la Casa Blanca. Ese papel lo ha asumido Steve Witkoff , el amigo cercano de Trump y Enviado Especial para Asuntos Especiales, quien se dice aspira a la silla que ostenta Rubio en el gabinete.

Según fuentes, Rubio está frustrado por su falta de influencia en las decisiones de política exterior, a pesar de ser el principal diplomático de la administración. El descontento de Rubio con Trump comenzó, según se informa, antes de la reunión con Zelensky, con el Secretario de Estado sintiéndose marginado por el nombramiento de enviados especiales y otras decisiones del presidente. La tensión entre Trump y Rubio ha planteado interrogantes sobre cuánto tiempo permanecerá el Secretario de Estado en su puesto.

Para colmo de pesares para el político floridano, Trump ya anda enseñando a los periodistas y visitantes de la Casa Blanca unas gorras rojas con la inscripción Trump 2028. ¿Le volverá a dar la mala al señorito Rubio?.

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