Plantas medicinales e hiperplasia prostática benigna

La hiperplasia prostática benigna es una enfermedad muy común, que afecta a los hombres a partir de los 40 años. Se define como benigna porque se caracteriza por un crecimiento no cancerígeno en el tamaño de la próstata. Por lo general, esta glándula continúa creciendo durante la vida adulta y después de los cincuenta años se convierte este padecimiento en el más común a nivel prostático.

Algunos factores como el hecho de haber tenido familiares padeciendo de hiperplasia prostática benigna, la obesidad, el sedentarismo, la diabetes, los problemas cardiacos y circulatorios pueden aumentar el riesgo de padecer esta enfermedad, entre cuyos síntomas están el tener una necesidad frecuente o urgente de orinar y despertarse muchas veces en la noche por tal motivo, tener problemas con el flujo urinario (dificultad para empezar a orinar, flujo de orina débil o lento e intermitente, goteo después de orinar), sensación de que no se puede vaciar completamente la vejiga y dolor después de la eyaculación o al orinar, entre otros. Complicaciones como la retención urinaria aguda, las infecciones de las vías urinarias, el daño o los cálculos en la vejiga y la afectación de los riñones pueden aparecer durante el curso de la enfermedad, sobre todo en pacientes que no tienen un seguimiento médico y tratamiento adecuados.

Algunos cambios en el estilo de vida pueden mejorar los síntomas leves de la enfermedad. Es por ello que se recomienda beber menos líquidos antes de acostarse o salir de casa, evitar o reducir las bebidas con cafeína y alcohol, entrenar la vejiga y ejercitar los músculos que controlan el flujo urinario, así como prevenir o tratar el estreñimiento. Además, existen fármacos indicados para detener el crecimiento de la próstata, reducir su tamaño y relajar los músculos con el objetivo de mejorar el flujo de la orina.

Por supuesto, también algunas plantas medicinales pueden tener indicación en estos casos. En el mundo se describen especies de utilidad en este sentido, aunque no siempre están presentes en nuestro país. Sin embargo, en Cuba sí se cultivan Curcuma longa (cúrcuma o yuquilla), Solanum lycopersicum (tomate) y Cucurbita moschata y Cucurbita pepo (calabaza), que pueden resultar de ayuda.

Curcuma longa (cúrcuma o yuquilla)

Se emplea el rizoma seco de esta planta, que se ralla para su consumo. Con una cucharadita del polvo obtenido se prepara una infusión, al agregar una taza de agua hirviendo al recipiente con el material vegetal. Luego este se tapa, se deja refrescar y se filtra para su consumo. Se pueden beber hasta 3 tazas en el día.

La cúrcuma estaría contraindicada en aquellos hombres con cálculos u obstrucciones de las vías biliares, con antecedentes de hipersensibilidad o alergia a la planta, así como con inmunodeficiencia.

Solanum lycopersicum (tomate)

Los tomates contienen licopeno, el cual resulta beneficioso para la próstata. Se prefieren los tomates cocidos, como los tomates a la parrilla, el jugo de tomate y la sopa de tomate, ya que contienen niveles más altos de licopeno que los tomates crudos.

Una de las mejores maneras de consumo es bebiendo un vaso de jugo de tomate puro al día. Como se trata de un alimento de uso extendido, en el caso de los hombres adultos prácticamente no tiene contraindicaciones, salvo si hay antecedentes de hipersensibilidad al tomate.

Cucurbita moschata y Cucurbita pepo (calabaza)

Se emplean las semillas, que se lavan bien con agua corriente una vez extraídas y se colocan en una bandeja o un plato, cubiertas por una gasa o malla fina. De esta forma se exponen al sol para su secado. Como quiera que este proceso puede durar varios días, se tiene como opción tostarlas al horno, a una temperatura de 75 grados Celsius hasta que queden doradas. Alternativamente puede tostarse en el sartén. Ya sea al sol, en el horno o el sartén, siempre se deben remover las semillas, con mayor o menor frecuencia, en el primer caso para garantizar que se alcance un secado homogéneo y en los otros dos, para evitar que se quemen.

Se pueden consumir las semillas enteras con un poco de sal, o trituradas y mezcladas en jugos, yogurt, caldos u otros alimentos. Según las ‘Monografías de plantas medicinales de la Organización Mundial de la Salud’ la dosis diaria sería de diez gramos, lo cual equivale aproximadamente a una cucharada sopera completa de las semillas trituradas y poco menos de cucharada y media de las semillas enteras. Su uso es bastante seguro, sin contraindicaciones para los hombres adultos o adultos mayores.

En todos estos casos el tratamiento debe ser prolongado. A partir de la investigación preclínica y los estudios clínicos realizados, se sabe que la cúrcuma, el tomate y la calabaza pueden aportar beneficios en el manejo sintomático de la enfermedad, a la vez que actúan sobre el crecimiento de la glándula. Por ejemplo, un estudio realizado en Brasil reveló que las personas que consumieron regularmente cincuenta gramos de tomates crudos al día durante diez semanas redujeron el riesgo de padecer hiperplasia prostática benigna en aproximadamente un diez por ciento. Sin embargo, quienes consumieron tomates cocidos redujeron el riesgo hasta en un treinta y cinco por ciento, lo cual refuerza el criterio de preferir los tomates cocidos.

Estos recursos terapéuticos generalmente se indican en aquellos hombres con síntomas de hiperplasia prostática benigna leves o moderados, con bajo riesgo de progresión, o en quienes manifiestan su rechazo a la posibilidad de presentar los efectos secundarios de los fármacos convencionales que se emplean en el tratamiento de la enfermedad. Sin dudas, estas tres opciones son herramientas a considerar para la buena salud de la próstata… ¡desde lo natural!

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