
Si un valor tiene bien afianzado el claustro de profesores de la secundaria básica 15 de Mayo, ubicada en el consejo popular Juan Delio Chacón, es el de la perseverancia. No bien pasó el primer día de este curso escolar 2023-2024 y ya trabajaban la puntualidad en el estudiantado.
Esta reportera vive por segunda ocasión la misma experiencia al llegar allí en la mañana, tanto profesores guías como el resto de los docentes, cerca de la entrada indagan las causas de la tardanza de los retrasados y les explican por qué la puntualidad debe ser un valor que los distinga.
A la par de esta acción, con detenimiento revisan el uso correcto del uniforme, la limpieza, pulcritud y si llevan alguna prenda no acorde con lo establecido en el reglamento escolar.
Y no es que no pongan similar empeño en la disciplina, honestidad, laboriosidad y el resto de los valores vitales para las personas, sobre todo en ellos, adolescentes en formación, pero salta a la vista y es loable tanta dedicación al tema.
Cierto que se adquiere desde los primeros años de vida mediante la formación de hábitos en la familia, pero a veces en ese núcleo los padres olvidan, cuando empiezan a crecer los hijos, que constituye su responsabilidad también y la depositan solo en el muchacho como si fuera ya un adulto.
Ser puntuales es imprescindible en cualquier ámbito puesto que responde a la virtud de coordinarse de forma cronológica para cumplir con una tarea y eso implica saber organizarse y conseguir planificar con antelación las actividades. No solo representa orden y responsabilidad, sino que muestra educación e importantísimo, respeto hacia el tiempo de los demás; en este caso profesores y compañeros de clase.
Al llegar tarde se afecta el desarrollo de la actividad lectiva, provocando retrasos y pérdida de concentración en los presentes. De ahí que se hace necesario que nuestros hijos comiencen a valorar la importancia de hacer una determinada acción en el tiempo establecido, que son esenciales las rutinas y por supuesto, ser ejemplo ante ellos.
Mucho nos quejamos de la pérdida de valores en la sociedad, pero en no pocas familias se le deja a la escuela, además de la enseñanza de las asignaturas, la carga de la educación integral de los estudiantes. De todos depende rescatarlos, más el de la puntualidad, que en cualquier tiempo es primordial, pero en el mundo de hoy, con la premura que se vive, constituye una obligación.