Los habitantes se preparan para la celebración de las Pascuas en busca de paz, unión familiar, desearles salud y prosperidad a todos, realizar la cena de Nochebuena…, cuando una orgía de sangre y dolor enluta muchos hogares en la zona del norte oriental de Cuba.

Por mandato del dictador Fulgencio Batista el coronel Fermín Cowley Gallegos (el llamado Chacal de Holguín) y sus sicarios, entre el 23 y 26 de diciembre de 1956, hace 67 años, desarrollan la sádica operación denominada “Regalo de Navidad” y como resultado asesinan a 23 hombres humildes, opositores o no al régimen, en los territorios de las actuales provincias de Holguín y Las Tunas.
Los esbirros sin clemencia los sacan de sus casas, torturan y tiran sus cadáveres en carreteras, campos, debajo de un puente o los cuelgan de un árbol con la pretensión de neutralizar el movimiento revolucionario que viene gestándose y atemorizar a la ciudadanía.
Entonces los gobernantes protegían y cuidaban las grandes propiedades estadounidenses asentadas en esta zona nororiental como las bananeras y cañeras, los centrales azucareros de la UnitedFruitCompany, las mineras, junto a las riquezas cafetaleras y bancarias para lo cual tenían que mantener la “tranquilidad”, impidiendo cualquier tipo de disturbios usando cuantos medios, métodos y vías fuesen necesarios para lograrlo.
Las macabras escenas del horripilante plan conmocionan a los pobladores, quienes bautizan la masacre como las “Pascuas Sangrientas”, al estar enmarcadas en las festividades de Pascuas.
Entre las víctimas están Pedro Miguel Díaz Coello, máximo dirigente del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) en Holguín, otras importantes figuras del M-26-7 y del Partido Socialista Popular, trabajadores, dirigentes sindicales, así como hombres de otros partidos o sin filiación política.
También ejecutan a Rafael Orejón Forment, jefe de Acción y Sabotaje del M-26-7 en Nicaro, pero no pueden impedir que el intrépido joven lleve a Holguín un mensaje de la dirección del Movimiento en Santiago de Cuba mediante el cual informaba que Fidel estaba vivo y había llegado a la Sierra Maestra.
La repulsa e indignación de los lugareños son inmediatas, enérgicas y públicas: los mítines, las constantes manifestaciones, huelgas y actividades revolucionarias contra la dictadura demuestran que no se podía acallar el sentir popular.
En vano el gobierno intenta contener el espíritu rebelde y combativo de hombres y mujeres dignos que estaban decididos a derrotar a la dictadura militar impuesta.
Jamás Fulgencio Batista consigue apagar la llama insurrecta que ya ardía en la Sierra Maestra, liderada por Fidel Castro Ruz, bajo la conducción del M-26-7, con la fuerza militar del Ejército Rebelde en las montañas y el apoyo de los luchadores clandestinos en el llano. Así los combatientes llevan a efecto la lucha insurreccional hasta conseguir la victoria el Primero de Enero de 1959, tras la huida del tirano, y asume el poder un gobierno legítimo del pueblo y para el pueblo.
Otros artículos del autor:
- None Found