
La expresión anterior pudo haber salido de una madre, un padre, una abuela o cualquiera que haya pasado por momentos tensos, cargados de ansiedad, al ver a un ser querido atendiéndose en una de nuestras instituciones médicas porque su vida está en riesgo, al estar bajo los efectos de las llamadas drogas ilegales, que pudieran ser marihuana, cocaína, aunque también existen medicamentos que junto a la ingestión de bebidas alcohólicas provocan efectos similares.
Pero lo anterior son aspectos que la mayoría suele conocer, sin embargo, la preocupación aumenta cuando se confirma que las sustancias causantes del incidente se encuentran en una planta conocida como campanilla, usada por muchos como ornamental. Actualmente es señalada como una de las drogas más peligrosas porque un aumento de la dosis en pocos microgramos puede provocar problemas tóxicos, sicóticos, respiratorios, cardiacos y hasta la muerte.
Razones suficientes por las que tenemos que continuar la batalla contra el consumo y la comercialización de las drogas, bajo el principio de tolerancia cero, elemento que compone una de las líneas directrices de las autoridades cubanas ante el aumento de la mercantilización y legalización de dichas sustancias a nivel mundial, de ahí que nuestra actual Ley No. 151 “Código Penal” , en sus artículos 235 al 238 contengan los marcos sancionadores de seis meses, 30 años de privación de libertad o muerte, o multas de 100 a mil cuotas, siempre teniendo en cuenta la modalidad del hecho delictivo. Por otro lado, se les proporcionan a los ciudadanos, opciones de tratamientos gratuitos para la desintoxicación y se promueve la reinserción social de los sancionados por delitos vinculados con las drogas.
Aunque en Cuba el tráfico ilegal de estupefacientes no constituye un problema a gran escala, dada su posición geográfica está obligada a una vigilancia permanente, ya que se encuentra ubicada entre Estados Unidos, principal consumidor del mundo, y la región de Centroamérica y el Caribe, donde se localizan varios de los principales productores y traficantes.
En los últimos tiempos, los delitos asociados a esta temática han tenido variadas formas de manifestarse, predominando los constantes intentos de introducirlas al país, dentro de baterías de motos eléctricas, de equipos electrodomésticos, en patinetas, en un corral, una cuna para niños, en recipientes de alimentos, en doble fondos, en cámaras de bicicletas, dentro de paquetes de confituras y gomas de mascar, entre otros, así como personas que actúan como mulas o correos y al aceptarlos el individuo asume la responsabilidad administrativa y penal que de ello se deriva. También se han detectado plantaciones y semillas de marihuana.
Elementos que han conllevado a Cuba a mantener una ofensiva en la que participan de manera activa las Tropas Guardafronteras, las fuerzas del Ministerio del Interior, la Fiscalía General de la República, la Comisión Nacional de Drogas, el Ministerio de Relaciones Exteriores, con la colaboración de 46 países, 50 agencias oficiales, la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol), la Organización de Naciones Unidas (Onu), la Aduana General de la República de Cuba, los ministerios de Justicia, Salud Pública, Educación y Educación Superior.
A su vez, Cuba es firmante de los principales instrumentos jurídicos multilaterales existentes en la materia, aprobados por las Naciones Unidas y tiene suscritos 11 tratados de extradición, 34 de asistencia jurídica, 42 de drogas y 31 de traslado de sancionados con otros países.
No obstante, a pesar de los redoblados esfuerzos de la comunidad internacional, el problema mundial de las drogas sigue poniendo en grave peligro la salud, la seguridad pública y el bienestar de la humanidad, en particular de niños y jóvenes, motivos suficientes para que las familias y la sociedad en su conjunto aumenten sus acciones en pos de la prevención y disminución del uso de sustancias nocivas; pero sobre todo, les corresponde desempeñar un papel protagónico a las madres y los padres, responsables de la educación y el cuidado de sus hijas e hijos menores de edad, como bien se expresa en la actual Ley No. 156, “Código de las familias”,( Artículo 136)
Resulta necesario abordar el tema dentro del ámbito familiar, enfatizar los efectos negativos de su consumo, tanto en la salud como en lo social, las secuelas que pueden quedar, cuáles son las condiciones previas al consumo, cómo es el ambiente donde se desenvuelve el adolescente, cuáles son sus ideales, metas, redes de encuentro. Es preciso tener en cuenta estas interrogantes para evitar la iniciación, solo así no tendremos que expresar o escuchar eso de “parecía otra persona”.
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