
Xiomara Ramírez Guevara forma parte de los casi mil donantes de sangre voluntarios que existen en la Isla de la Juventud. La joven de 35 años, madre de dos niños y promotora del Educa a tu Hijo en el poblado La Fe, realiza con orgullo el noble gesto, como lo hizo su madre tiempo atrás.
“Comencé a donar sangre en septiembre del 2016, cuando me lo propuso Ana Delia, la enfermera de mi consultorio. Le dije que sí, que estaba en la mejor disposición, pues es una acción muy importante para la vida.
“Mi familia me apoyó; de hecho mi mamá fue donante durante 18 años, comenzó desde muy jovencita; ahora la edad y la salud no se lo permiten, pero fue Vanguardia en muchas ocasiones por esa razón.
“Yo me siento muy bien física y emocionalmente, esta es una manera de salvar vidas, de dar tu aporte y ser útil a otras personas necesitadas, ya sea acá en la Isla o en otro lugar de Cuba. Además, la atención de los especialistas del Banco de Sangre es muy buena, así como el personal de mi consultorio, todos muy responsables, se preocupan por el tiempo estimado y avisan con antelación para prepararnos para la donación”.
Ramírez Guevara explica que las mujeres, a diferencia de los hombres, deben donar cada cuatro meses, y el proceso incluye chequeo médico general e incluso durante la donación realizan exámenes, estudio de la sangre y una serie de preguntas como parte del mecanismo de este noble programa.
En el consultorio dos o cuatro, pertenecientes a La Fe, ella extiende el brazo para la extracción del preciado líquido por parte de los profesionales del Banco de sangre, “lo cual demora alrededor de 20 minutos, pero antes miden la presión, se preocupan por cómo estás, si has sido atendida por el médico de la familia, quien tiene que llevar un chequeo para conocer tu estado de salud…
“Durante el tiempo de extracción las especialistas van conversando contigo, observan mucho la coloración de la piel, los ojos, porque puede sucederte algo mientras estás en el proceso.
“Un día que me tocaba donar estaba asustada porque hacía muchos meses que no lo hacía. Doné y me sentía bien, pero cuando ya salgo del proceso comienzo a sudar frío y a sentirme mal, rápidamente en el Banco tomaron las medidas y me dieron los primeros auxilios; en poco tiempo me restablecí.
“Estoy muy contenta por la actitud de los profesionales a cargo de esa labor, el amor que muestran a los donantes, buena atención y trato afable, desde la enfermera del consultorio donde se realiza la donación, así como el médico responsable de allí y las compañeras del Banco”.
¿Te sientes orgullosa?
“Sí, me siento muy orgullosa de ser útil a la sociedad, a mi país; donar sangre es algo lindo e importante como ser humano, así contribuimos a salvar la vida de otras personas y a la elaboración de medicamentos. ¡Cuántas cosas lindas pueden pasar con una donación de sangre, con tu sangre!.
“Al principio, uno dice: ‘¡donar sangre!, ¡uy, la jeringuilla!, eso impresiona, pero ya después… –sonríe y precisa– a mí me gusta, ¿qué decirte? Es algo bonito, noble”.
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