Cada vez más hay escenarios que son testigo de cuánto hacen en la Isla de la Juventud por los ancianos, desde círculos de abuelos en los barrios para mantenerlos activos, la atención que les dedican cuidadoras y trabajadores sociales junto a galenos y enfermeros, hasta hogares de ancianos con incesante quehacer y, más reciente, una atractiva cátedra universitaria.
Son apenas algunas de las experiencias incorporadas a la vida cotidiana como parte del programa implementado por el Estado, el Gobierno e instituciones, en función de lograr que esas personas puedan vivir la tercera edad con mayor dignidad y bienestar.
No menos sensible es el Sistema de Atención a la Familia (Saf) integrado desde hace 26 años por unidades gastronómicas destinadas –en lo esencial– a prestar servicios de alimentación a adultos mayores, personas con discapacidad, casos sociales y otros con insuficiencia de ingresos y carentes de familiares obligados en condiciones de prestar ayuda, que mantienen su prioridad a pesar de las carencias y la crisis económica que atraviesa la nación.

No dejo de reconocer que mucho queda por lograr en el noble y multifacético empeño, pero es innegable el avance en ese reto cada vez mayor al que habrá que seguir sumando a entidades, familias y personas, algunas de las cuales, sin embargo, aún ven como distante el proceso de envejecimiento de nuestra población, sin dudas, un privilegio mayor.
Por eso aprecio recientes ejemplos positivos como el nuevo curso de la Cátedra del Adulto Mayor en la Universidad Jesús Montané Oropesa.
Ha entusiasmado a los propios abuelos, a sus familias y vecinos esta revitalizadora modalidad, que en Nueva Gerona tiene por sede la delegación territorial de Estadísticas e Información cada viernes y espera por abrir similares espacios en La Fe y La Demajagua.
Al confirmar esa situación, la profesora Felicia Silva Vázquez, una de las reincorporadas a la educación superior y quien está al frente de la Cátedra, explica que entre los aportes están no solo la actualización cultural y científico-técnica de los cursantes, sino también el desarrollo de habilidades demandadas por la edad como las manualidades, con talleres de tejidos, así como encuentros de socialización en eventos que favorecen la inclusión.
Varios temas reciben y debaten, desde la educación jurídica como Derecho Constitucional, Familiar y Laboral –atendiendo a que muchos se reinsertan a puestos de trabajo–, hasta módulos económicos, entre otros asuntos ajustados a sus intereses y tenidos en cuenta al programar el curso.
Por su novedad, me detengo en otras apreciaciones del intercambio con los participantes, quienes exhiben cambios de carácter espiritual y desarrollo cognitivo y motivacional, un útil vínculo con proyectos comunitarios, e igualmente su formación como promotores de salud y ambientalistas que se reclaman hoy.
Además, la relación con jóvenes profesores también aporta junto a otras acciones intergeneracionales que enriquecen a nuestra sociedad.
Como insistiera el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, también debe hacerse más desde la institucionalidad y la sociedad por ese objetivo que subraya la integralidad que se propone Cuba en esa política encaminada a continuar perfeccionando esa conquista que representa el envejecimiento como resultado de lo hecho en todos los ámbitos.
Puede hablarse con orgullo de ese empeño por hacer de esta una etapa saludable y digna en la que no merme la participación activa y otorgue nuevas oportunidades, como la Cátedra, porque quienes peinan canas son historia viva, centro de atención cada vez más integral y desvelo con futuro.