Nuestros hijos, nuestra responsabilidad

Preocupa el escucharlos decir con total tranquilidad que se acostaron a las tres, cuatro o cinco de la mañana jugando, pero más inquieta saber que esa práctica ya habitual –y al parecer es tendencia en los niños y adolescentes de hoy–, se da también de lunes a viernes.

Redacción digital

Haber vuelto a las aulas en la Enseñanza Secundaria le ha permitido a esta reportera medir en su justa medida las consecuencias de esta problemática que va in crescendo.

Es para preocuparse y ocuparse. Llegan cansados, somnolientos y malhumorados. Sin deseos de copiar, participar y menos atender, pues no logran concentrarse.

Reclamarles, regañarlos y cuestionarlos es por gusto, porque luego de tantas horas metidos en lo suyo están en un estado donde lo único que quieren es que el profesor se calle y les dé un chance para bajar la cabeza y dormir.

Existe el ritmo circadiano, que según varios sitios web especializados es el ciclo natural de cambios físicos, mentales y de comportamiento que experimenta el cuerpo humano en un ciclo de 24 horas; varias investigaciones afirman que se ve afectado por la cantidad del tiempo empleado en juegos de computadora y móviles, porque tantas horas dedicadas a estos trae como consecuencia el sueño corto, irregular y alterado, incluso, en no pocos casos se asocia a los síntomas depresivos.

Ya de por sí eso constituye un gran problema para el muchacho y la familia, mas, está demostrado que de igual forma el uso excesivo de videojuegos constituye un factor de riesgo para el aprendizaje y de ello podemos dar fe los docentes.

Vivimos tiempos bien difíciles, donde las carencias y necesidades mantienen en vilo a los padres los siete días de la semana, pero a tiempo todo tiene solución y urge que continuemos ejerciendo la responsabilidad de tutores, la cual va más allá de alimentarlos, calzarlos…

Con frecuencia nos quejamos en los barrios de que niños y adolescentes trasnochan, cometen indisciplinas sociales y delitos; simplemente sus padres ni saben dónde están, pero dentro de la casa tampoco saben qué hacen y no se les exige que duerman las horas debidas.

La llegada de las nuevas tecnologías ha traído consigo que nuestros hijos descuiden los estudios y dediquen la mayoría del tiempo a jugar o permanecer en las redes sociales. Sí, está demostrado que producen mayor riesgo de ansiedad y depresión, que el aislamiento provocado suele exacerbar los sentimientos de soledad y tristeza, retraimiento social y aumento de la agresividad.

Los juegos forman parte de la cultura infantojuvenil, de sus preferencias de ocio y sus relaciones interpersonales, pero toca a los padres supervisar y cuidar su salud y descanso poniendo límites de uso. Nuestros hijos, nuestra responsabilidad.

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Isla de la Juventud Opinión
Yojamna Sánchez Ponce de León
Yojamna Sánchez Ponce de León

Licenciada en Literatura y Español en la universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomada en Periodismo

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