No tienen descanso sus pasos indetenibles

Con mayores motivaciones, alegrías, empeños y esperanzas el pueblo pinero se alista para protagonizar en mayo próximo la celebración del aniversario 70 de la excarcelación de Fidel que tuvo por escenario el Monumento Nacional Presidio Modelo en la antigua Isla de Pinos, hoy de la Juventud, pero que ya late en cada espacio del territorio donde quebró los barrotes de la prisión e hizo laboratorio de sus mejores ideas.

Redacción digital

“Nuestra libertad no será de fiesta o de descanso, sino de lucha y de deber” vaticinó tras salir del encierro aquel 15 de mayo de 1955 tras el asalto a los cuarteles Moncada y de Bayamo el 26 de julio de 1953, y 70 años después, ya con ese derecho convertido patrimonio de todos los cubanos, retoman su llamado los trabajadores y demás pobladores de la segunda ínsula cubana que conociera de sus primeros pasos tras la prisión.

Las organizaciones políticas, de masa y sociales, así como instituciones intensifican las iniciativas al calor del movimiento popular que rememora la movilización que aclamó y siguió a su joven líder aquel día, y concluye o impulsa decenas de obras y tareas económicas y sociales en favor del bienestar y el desarrollo.

Pero si cada 15 de mayo el ejemplo y la tradición agitan la celebración en pos de reeditar en todos los frentes aquella victoria en que Fidel y demás sobrevivientes del asalto al Moncada salieron del Presidio Modelo a conquistar el triunfo definitivo de la Revolución, esta celebración del aniversario 70 inspira el accionar unido y laborioso de gente que crea, aporta y suma tierra adentro y demás confines.

Mas, la evocación compulsa a una ofensiva más allá de inversiones constructivas y tecnológicas, a concretar hazañas colectivas, aportar más y con eficiencia, cultivar los mejores valores, burlar el cerco enemigo y elevar el protagonismo juvenil.

La escalinata por donde descendieron Fidel, Raúl y demás revolucionarios que aquel día de mayo abrieron decisiva etapa de lucha, será tribuna de una evocación llena de simbolismo, arte y compromiso, cuyos detalles se irán dando a conocer en venideras semanas, pero que en modo alguno dejarán de tener la misma firmeza de los asaltantes al igual que la renovada confianza de los cubanos hoy en su vanguardia política y en la continuidad del histórico liderazgo cuando son mayores la adversidades, ahora con un imperio con ansias desenfrenadas de dominar a un pueblo que no se rinde ni doblega.

Donde antaño reinó el crimen y el terror demolió hombres y ensombreció a la ínsula, ahora señorea la vida y el pensamiento del mejor discípulo de José Martí, autor intelectual del 26 de Julio, retoza la alegría infantil en el Palacio de Pioneros con esa fecha por nombre y el Museo remodelado aviva recuerdos de la prisión fecunda que fogueó a los muchachos del Moncada para las nuevas batallas que hicieron de aquel puñado de hombres y mujeres a millones que andan con el pie en el estribo.

No tiene descanso este júbilo de libertad de lucha y deber conquistada para siempre y compartida con el orgullo de haberlo salvado todo porque, parafraseando a Fidel, salvaron los principios.

Ciertamente, de fiesta anda la libertad en la Isla de la Juventud que él soñara junto al mundo nuevo que amasara tras las rejas, pero con alegría sin descanso como sus pasos indetenibles de eterno joven rebelde que hoy sigue plantando cara al peligro, al tiempo y al cruel enemigo de la Patria soberana.

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Isla de la Juventud Opinión
Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana.

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