Cuando yo ya no pueda
El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme; si derramo comida sobre mi camisa y olvido atarme los zapatos, recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.

Las anteriores palabras las guardo de cabecera cuando del tema de la vejez se trata y lo desempolvo cuando escucho a ciertas personas que no entienden los cambios fisiológicos aparecidos en el adulto mayor, divididos por varios especialistas en “malas noticias” y “buenas noticias que todos debemos conocer para comprenderlos mejor”.
Los incluidos en el primer grupo son los añosos que se vuelven lentos en sus quehaceres del diario vivir, no aprovechan de forma adecuada el tiempo libre ni aceptan incorporarse a los círculos de abuelos, negativa que les evita una rehabilitación integral, pues se tornan incomprensibles a los diferentes estilos de vida, apáticos, entre otras características.
En tanto, los considerados “buenas noticias” son aquellos que, a pesar de las transformaciones, asumen una vida activa, dinámica, impulsada por motivos que den sentido a su existencia, realizan actividades atractivas y mantienen cierto nivel de participación social.
Muchos no han recapacitado en que la familia contribuye a la percepción de la calidad de vida de los de la Tercera Edad, a la vez que constituye la principal fuente de ayuda, compañía, cuidado y respeto.
Sin dudas, la familia crece y a través del tiempo desarrolla una historia. En ocasiones en el hogar existen tres y hasta cuatro generaciones que para sostener su unidad precisan de tolerancia y adaptabilidad a diferentes cambios en los ciclos de vida colectiva, ahí radica su papel multigeneracional.
Como red social de apoyo acrecienta su importancia con el envejecimiento, etapa en que tienden a retraerse otras relaciones sociales; de ahí la necesidad de encarar la problemática de la vejez sin temores ni limitaciones.
De acuerdo con las tendencias demográficas actuales, la población cubana apunta hacia un envejecimiento acelerado, por lo cual los patrones de pronóstico determinan que al finalizar el primer cuarto del presente siglo el número de personas de la tercera edad adquiera un peso sustancial en Cuba, algo nunca antes ocurrido y que exigirá una adecuada preparación de la sociedad.
En el archipiélago cubano existe un millón 630 000 personas mayores de 60 años, casi el 15 por ciento del total de la población.
Al triunfo de la Revolución el seis por ciento de esta superaba los 60 años y para el 2025 será del 25 por ciento, o sea: uno de cada cuatro habitantes tendrá más de seis décadas.
La cifra de ancianos en el municipio asciende a más de 8 665 viejitos, equivalente al 11 por ciento de la población pinera, de ellos 4 323 son mujeres y 4 342 hombres; y 483 no tienen amparo familiar.
¿Por qué se complejiza la problemática familiar con el envejecimiento? Es una interrogante que bien pudiéramos descifrar: los especialistas argumentan que es debido a la superposición de varias generaciones con diferentes necesidades, demandas y sistemas normativos, al existir relaciones interpersonales con conflictos nunca resueltos, con una larga historia y por la relevancia que adquiere el sistema familiar para la persona que envejece.
Justo ese sistema familiar debe primar este verano, para disfrutar juntos en casa y no olvidar a nuestros longevos.