No atropellar el reglamento escolar

Foto: Tomada de Cubadebate

A unos días del inicio del nuevo curso, sería prudente reflexionar acerca de un tema traído y llevado, pero aún preocupante porque cada día inquieta más.

Se trata de las transformaciones realizadas al uniforme escolar por los estudiantes, quienes se empeñan en convertirlo en una prenda a la moda, situación más acentuada en los de la Enseñanza Técnica Profesional (ETP).

En su mayoría llevan blusas y camisas bien entalladas al cuerpo, cortas y por fuera; adornos exuberantes cuelgan del pelo de las muchachas, que lo mismo combinan con rayitos o iluminaciones, tintes rojísimos…, además de usar carteras, bolsos, cadenas ostentosas, pulseras, collares y argollas de disímiles formas y colores, bien lejos de lo sencillo .

Mientras los varones disfrutan al exhibir sus prendas íntimas sobresaliendo por encima del pantalón, cintos con hebillas extravagantes y de cualquier tono, pelados en boga, con vetas y adornan sus oídos desde con aretes hasta con reproductores de música de diferentes modelos.

Tales tendencias son algunos de los “caprichos juveniles” observados en los últimos tiempos, no solo en la ETP sino también, aunque en menor cuantía, en Secundaria Básica y Preuniversitario, en contra de lo establecido en el Reglamento Escolar del Ministerio de Educación.

Estudiosos de la personalidad del adolescente encuentran los cimientos de esta problemática de transformar el uniforme en esa búsqueda de la identidad personal y otros hablan de falta de exigencia por parte de maestros y familia.

Lo que sí está claro es el necesario papel de los padres; deben tomar conciencia de cuán dañina resulta esa “moda” para la economía por las pérdidas provocadas al estrechar una blusa o camisa, cuando el organismo de su hijo se encuentra en pleno proceso de desarrollo y, por tanto, dentro de unos meses las reemplazará por roturas debajo del brazo, en los lados o desgarramientos en el lugar de los botones.

El tópico amerita de oídos receptivos en el hogar y en particular de las madres, quienes rendidas ante el reclamo de sus hijos de que en la escuela les dirán “cheo, fula,” o cuantas denominaciones tengan a la mano los “chicos del swing”, buscan la mejor costurera del barrio para “entrarle” un poquito por aquí y otro tanto por allá sin pensar en las consecuencias.

¿Estarán cómodos con esas prendas tan ajustadas que en el caso de las muchachas corren el riesgo de dejarlas con el busto al descubierto al disparárseles los botones de la blusa producto de la fuerza del cuerpo?

Hay tiempo para recapacitar y bajarle el dobladillo a las sayas hasta cuatro dedos por encima de la rodilla como está estipulado y a los pantalones, estrecharlos solo un poco hasta el medio muslo, mantenerlos rectos en las piernas y en cuanto al largo, evitar toquen el borde superior del calzado, entre otros detalles que, de no cogerlos a tiempo, atropellaremos el Reglamento Escolar. Recuerde, el orden comienza por casa.

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