El tema de la colonización cultural es cosa seria; en tiempo de imposición –por los cinco sentidos– de lo foráneo, peligran nuestra idiosincrasia, la nación, lo que somos, nuestra esencia…, todos.
No lo digo por los hechos ocurridos hace varias semanas en Holguín, en la “celebración de Halloween”, por lo inversamente proporcional a nuestra cultura o de otras prácticas, sino porque es palpable en nuestra sociedad, por ejemplo, en algo que para no pocos pudiera ser insignificante como que un niño de cinco años quiera ser youtuber o influencer y no desempeñarse en un futuro en una profesión como médico, ingeniero, profesor de Educación Física o informático.
Con la evolución de las nuevas tecnologías y la vida usted, lector, pudiera decir: “¿Y por qué no, eso está de moda, hay miles en el mundo?” Sí, pero la cuestión es que al pequeño le atraigan por la fama, las ansias de ser visible, parecerse a aquel y tener cientos de miles de seguidores, aunque de lo que hable en su canal sean absurdos, como algunos jóvenes con videos que no tienen ni pie, ni cabeza.
Y no es que ahora a raíz de lo de Holguín es que venga a ponerse sobre el tapete el tema de la colonización cultural, ese viene dando de qué hablar hace rato ante la alerta de intelectuales, artistas, sociólogos y muchos entendidos más, ante la real guerra cultural en que vivimos impuesta por la hegemonía del capitalismo.
La cuestión está en preservar la identidad nacional, aun en medio de la globalización neoliberal informativa y el consumismo; de hacerle frente al fenómeno que atañe tanto a Cuba como al mundo, pero desde la creatividad, la calidad y llenar los vacíos culturales con propuestas valederas. De ahondar en la historia, los valores y formación del gusto estético de las nuevas generaciones y de no creernos que lo nuestro, por ser nuestro, siempre es lo mejor, porque por desgracia no es así y ciertamente no todo cuanto viene de afuera es malo.
El quid del asunto está en el vital equilibrio y de que tienen, no deben, que primar los valores que preconizamos, exponentes de nuestra soberanía, idiosincrasia y cubanía.