¿Negocio fraudulento o guerra económica?

No son pocos quienes pedían pruebas de las pérdidas de los ingresos por recargas internacionales de Etecsa, calculadas en más del 60 por ciento, y ahí están las pruebas de la defraudación, algo que indigna en la medida en que se conoce las sucias operaciones.

Redacción digital

Mas, lo ocurrido no es aislado. Se trata de un planeado engaño digital o manipulación de sistemas, como táctica de guerra económica para desviar recursos financieros no solo de la empresa, sino de la nación, pues se trataba de una entidad con parte de cuyos ingresos el país podía comprar alimentos para muchas personas en medio del cerco imperial.

No de otra manera se explica la defraudación a las recargas internacionales, denunciadas por autoridades del Ministerio del Interior y de esa empresa, orquestada por actores en Cuba y en el exterior que, mediante diversos mecanismos tecnológicos, paralelos a los establecidos o contratados por Etecsa con sus distribuidores internacionales, comercializan de forma ilegal recargas nacionales en el exterior.

Entre los estafadores hubo operadores externos de plataformas, que simulan promociones u ofertas que pudieran ser económicamente más atractivas a las de Etecsa en el exterior, mediante los espacios digitales, de cara a los clientes habituales. Es decir, operadores de plataformas interconectados con otras personas naturales y jurídicas, que utilizan y retienen esos fondos de divisas en el exterior para su empleo con fines individuales, según desenmascara el coronel Marcos Yobany Rodríguez González, segundo jefe del Órgano Especializado de Enfrentamiento a los Delitos contra la Economía, del Minint.

Es parte de la guerra no convencional que nos hacen como un conjunto de estrategias de agresión que a simple vista no incluyen confrontación militar directa, sino métodos tan salvajes como la beligerancia abierta y que entrañan sabotaje financiero, ciberataques, manipulación mediática y desestabilización institucional, con secuelas incalculables.

En Cuba existen otras figuras como el recaudador de fondos, que da a los ordenadores de la recarga los efectivos o dinero bancarizado –en moneda nacional– para ordenar la acreditación de recargas nacionales en usuarios destinados con saldos. También participan agentes de telecomunicaciones, con las facilidades otorgadas por su licencia.

En la trama la persona receptora de recarga de un familiar en el exterior, no recibe la internacional, con sus beneficios, sino una nacional, sin posibilidad de internet ilimitado nocturno, por lo que es víctima del entramado delictivo, y engañado por quienes captan y desvían divisas.

Así lo confirma José Luis Reyes Blanco, fiscal jefe de la Dirección de Procesos Penales de la Fiscalía General de la República, quien insiste en la afectación mayor provocada a la entidad y al país.

Las acciones evidencian una estructura delictiva con perjuicios cuantiosos, con millonarios efectos adversos en divisa que dejan de ingresar a la empresa y cuyos actos pueden constituir delito de sabotaje por las afectaciones, según lo dispuesto por el Tribunal Supremo Popular.

Muchas de las insatisfacciones de los usuarios de Etecsa tuvieron que ver con esos problemas y otros derivados de la imposibilidad del dinero requerido para inversiones que demanda el desarrollo de la entidad.

Entre las evidencias del fraude están más de 40 millones de pesos en moneda nacional ocupados en una vivienda de La Habana, además de cajas de dinero con nombres y direcciones, asociados a la defraudación de recarga internacional, paralela a la que opera Etecsa, y han identificados, además, a un residente en EE. UU. de origen cubano, vinculado a otros en La Habana, Artemisa y Holguín, como revelara la televisión en Hacemos Cuba.

Era negocio redondo. Teniendo en cuenta que el dólar se cotiza en el mercado cambiario informal en 370 CUP o más, recargar afuera con 20 USD, con la conversión en Cuba, con un solo USD se podía comprar tres paquetes nacionales de 110 CUP. Otro modo de operar era acumular saldo en moneda nacional para transferirlo en ventas ilícitas.

Así quedaba la divisa en el exterior, en manos de una sucia red, que al tener distribuidores nacionales, con saldo acumulado en sus teléfonos, adquirían aquí los paquetes de la entidad, en pesos cubanos, y realizaban las supuestas recargas internacionales.

Lo peor es que todo el soporte tecnológico y comercial de Etecsa, lo aprovechaban redes ilegales para afectaciones millonarias.

¿Fraudulento negocio o guerra económica?, preguntan muchos, mientras avanzan las indagaciones, pero es innegable lo afirmado por Henrik Hernández en Resumen Latinoamericano, al tildar el hecho de “ensayo general de guerra financiera: una operación silenciosa, planificada y precisa, dirigida a vaciar al Estado cubano desde dentro. Sin bombas, sin bloqueos visibles… solo algoritmos, fraudes y complicidades”.

Pero “…lejos de ser un simple delito informático, constituye un episodio crítico de una guerra económica encubierta: una operación de guerra financiera que golpea directamente a la soberanía económica y sicológica del pueblo cubano”, enfatiza el colega en un nuevo escenario de combate extendido ya a las redes, las finanzas y la tecnología.

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Isla de la Juventud Opinión
Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana.

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