
Para hablar de amor a la familia y a la Patria hay que nombrar a la insigne patriota Mariana Grajales Cuello, modelo de mujer a quien recordamos con su cabello plateado, semblante dulce y sin miedo.
Hizo al esposo e hijos, tanto los de su primer matrimonio con Fructuoso Regüeiferos Echavarría como los concebidos con Marcos Evangelista Maceo, jurar de rodillas, delante de Cristo… “Libertar a la patria o morir por ella”.
Así lo hicieron. La mayoría derramó su sangre en la pelea por la independencia y dado su bravura merecieron grados militares. En la guerra perdió también al padre de los Maceo, Marcos, quien antes de morir dijo: ¡He cumplido con Mariana!
Iniciada la Guerra del ’68, partió hacia la manigua con los hijos más pequeños y las mujeres. Nada la desalentó. A pesar de sus 53 años, de los rigores de la manigua, del hambre, frío, el riesgo de caer prisionera, del sufrimiento por la pérdida de sus seres queridos se mantuvo firme.
Desbordaba energía, curó heridos en los hospitales de campaña y arengaba a los convalecientes incitándolos a que, una vez restablecidos, regresaran con más bríos al campo de batalla.
Conocida es la anécdota que reveló su temple cuando le llevaron a Antonio Maceo muy grave y al escuchar el llanto de las mujeres exclamó: “¡Fuera, fuera faldas de aquí. No aguanto lágrimas!”.
Hija de los dominicanos José Grajales y Teresa Cuello, mulatos libres con solvencia económica, nació el 12 de julio de 1815 en Santiago de Cuba, donde recibió instrucción elemental y una educación ética en el seno familiar.
Al concluir la Guerra de los Diez Años se instaló en Kingston, Jamaica, donde sufrió la pobreza y la estrecha vigilancia de las autoridades españolas que interceptaban sus cartas.
Allí falleció a los 78 años a causa de una congestión pulmonar, no sin antes pedir que cuando Cuba fuera libre, sus restos se trasladaran a su tierra natal para tener descanso eterno, lo cual se cumplió: en el cementerio Santa Ifigenia está su escultura.
Con profundo orgullo el pueblo cubano, en especial sus mujeres, siguen el ejemplo de quien por sus grandes valores ganó el apelativo de Madre de la Patria.
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