María hizo realidad su sueño

Sinónimo de elegancia, empatía, creatividad, inteligencia, perseverancia, entre otras muchas cualidades de una lista interminable son las mujeres, eso lo sabemos.

María Santiesteban /FOTO: Yesmani Vega Ávalos

Pero quizás –y eso sería imperdonable– algunos desconozcan que detrás de esas sensibles figuras, dulces miradas y rostros apacibles, se atesoran un sinfín de habilidades, conocimientos, destrezas que redundan en un gran saber, encumbrándolas en el más elevado de los peldaños, donde se merecen estar.

Son capaces de conseguir lo que se propongan, tal es así que con sus manos tiernas acarician la tierra y esta, agradecida, les regala con sumo placer sus frutos.

Bien lo sabe María Santiesteban González (La Reina), dama que desde hace 15 años convirtió un pedazo de tierra desamparado –ubicado en las cercanías de la comunidad Carlos Fonseca Amador (la 53)– en un mosaico de cultivos que embellecen el paisaje del apartado paraje.

¡Qué lindo es apreciar la tierra sembrada! María posee a su cargo unas 3,5 hectáreas y toda esa área está plantada. Por eso le dicen La Reina, “porque me encargo de tener todo esto precioso”, aseguró.

Hoy tiene boniato, quimbombó y yuca sembrados, en el caso de este último tubérculo ya lo está cosechando. “Recesé en estos momentos debido a que tengo otras labores que hacer, pero el lunes comienzo a sacar toda esa yuca inmensa, que además está buena, sabrosa y se ablanda”.

La Reina es toda voluntad, hace tres lustros cuando llegó a ese enclave no había nada, “estaba en cero y me ocupé yo misma de preparar la tierra. Empecé sembrando tabaco, luego maíz, yuca, boniato…, plantaba de todo, pero el fundamental era el tabaco, ese cultivo me encanta”.

Siempre fue un sueño para ella tener áreas para cultivar, pues su padre fue agricultor y desde niña lo ayudaba en las labores en el surco. “Disfrutaba estar con mi papá en el campo, cuando me separé de él soñé con tener una finca.

“Trabajaba en la agricultura recogiendo café en Mella Cítrico, ahí estuve diez años. Después me incorporé en la escogida de tabaco seis meses y otros seis meses en el campo. Esa era mi vida. Un día los directivos de la entidad nos dieron la posibilidad de coger tierra, fui la primera en levantar la mano, dejé todo aquello y vine para acá. Aquí hice un rancho, pasando trabajo, pero logré levantar todo esto”.

Es así, cuando se tienen voluntad, arrojo, determinación y se lucha por los sueños la vida recompensa. María se levanta a diario a las 6:00 a.m., se prepara y a las siete está lista esperando a los trabajadores. Definen la tarea del día y se adentran en los cultivos.

Al mediodía concluyen la primera parte de la jornada, alrededor de las tres y media o cuatro de la tarde retornan al surco hasta cerca de las siete de la noche.

“Los trabajadores están contentos conmigo, les gusta trabajar a mi lado porque me mantengo alegre; hacen sus cuentos, jaranean, pero cuando les digo que se acabó la jarana nos ponemos todos juntos a laborar, pues yo trabajo a la par de ellos, no me gusta sentarme en la esquina del campo a mirar, mejor me incorporo, les traigo agua fría, merienda, descansan un rato a eso de las 9:30 o 10:00 a.m. y volvemos a la faena.

“Actualmente cuento con cuatro trabajadores, pero en temporada de campaña de tabaco sí contrato bastante mano de obra eventual, de igual manera lo hago ahora para sacar la yuca con rapidez. En esta oportunidad, además del salario, les regalo unas yuquitas al terminar la tarea, me gusta motivarlos”.

Santiesteban González destaca que mayormente prepara el área con una yunta de bueyes, “pocas veces vienen los tractores aquí. Yo asumo todo en mi casa, no es fácil, pero lo hago: cocino, limpio, lavo, recojo los bueyes, les doy agua, los amarro a la orilla de la casa y después de eso termino.

“Hace años soñé con buscarme un esposo que tuviera tierras, pero ese nunca llegó; la tierra vino sola y lo he asumido así, no tengo miedo, mira qué bella la conservo. ¿El secreto? El amor que le tengo a esto. No me arrepiento de haber escogido el campo. Llegué a los 60 años, estoy al jubilarme, pero aún tengo fuerzas, voluntad y nada me detiene”.

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Yuniesky La Rosa Pérez
Yuniesky La Rosa Pérez

Licenciado en Comunicación Social en la universidad Jesús Montané Oropesa, Isla de la Juventud

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