Los precios… ¿película de suspenso?

Foto: Tomada de internet

Sí, los precios vuelven al ruedo, es que le ponen la cabeza mala a la persona más lúcida no solo de la Isla de la Juventud, sino de cualquier provincia del país porque es un fenómeno recurrente… El tema se ha posicionado en los contenidos de la agenda pública.

Una mujer ya entrada en años mira la tablilla. No sale del asombro: “¿Tú crees que yo puedo comprar leche o pollo a ese precio?” Ajusta su jaba al hombro y refunfuña mientras camina por el parqueo del reparto Abel Santamaría.

No es para menos, andan a todo galope, a punto de desbocarse, sin que nada ni nadie les pongan freno. Basta ausentarse y dejar, por ejemplo, el aceite a 750 pesos y en mes y medio regresar para colapsar con el estrepitoso precio de ¡1 500!

Redacción Digital

No pocas personas apelan por más inspecciones, controles y multas. No dejan de tener razón, pero en tan complejo escenario, donde ya suman más de 4 000 los trabajadores por cuenta propia y 78 micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes); además de los innumerables puntos de ventas estatales, los ilegales –que no son pocos– y ese creciente comercio online donde bulle a la vista de todos hasta lo ilícito, es engorroso enderezar el torcido camino de los precios.

El Decreto-Ley No. 30 permite, incluso, actuar contra quienes expenden mercancías importadas cuando sobrepasan el 30 por ciento de las ganancias a partir del valor que aparece en la factura del producto; sin embargo, resulta difícil aplicar lo estipulado al respecto porque no pocos se escudan en más que un sólido argumento, una evasiva: “Para la compra de estos productos utilizamos divisas adquiridas en el mercado informal”, donde el cambio en el municipio anda a un dólar por 380 pesos y en la capital del país ronda los 400.

Y en ese turbulento mar no quedan a la zaga los establecimientos estatales, los cuales en su afán por obtener ganancias y “eficiencia” ofertan productos, en ocasiones sin la calidad, presencia o embalaje adecuados, a precios abusivos y muy distantes del restringido salario de gran parte de los trabajadores y jubilados pineros en la actualidad.

El panorama de la economía cubana es adverso, a la obsolescencia tecnológica se unen las restricciones del bloqueo, los deprimidos financiamientos para adquirir alimentos y reanimar la industria, la falta de combustibles y las reducidas producciones, así como de servicios.

Por si fuera poco a lo anterior se suma una campaña bien articulada que desde el exterior incita al incremento desmedido del dólar, lo cual propicia el aumento del precio de productos de primera necesidad y hasta desabastecimiento en aras de agudizar la situación y engrandecer el descontento tanto en pobladores como emprendedores.

Sí, hacen falta más inspecciones, multas sin titubeos y hasta retiro de licencias a quienes sin escrúpulo insisten en llenar los bolsillos sin el menor esfuerzo, incluso evadiendo el pago en la Oficina Nacional de Administración Tributaria.

No obstante, el escabroso entorno requiere de medidas e iniciativas mucho más audaces que propicien recuperar tanto la economía como el valor del trabajo, el amor, el respeto al prójimo y cuanto se hace para dejar atrás este “sálvese quien pueda”, porque los precios descomunales y esa inflación desbocada que carcome a Cuba, cubanos y pineros no pueden ser una película de suspenso.

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Isla de la Juventud Opinión
Karelia Álvarez Rosell
Karelia Álvarez Rosell

Licenciada en Defectología en la Universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomada en Periodismo con más de 30 años en la profesión.

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