La eficiencia y productividad continúan siendo la principal apuesta de la empresa pesquera industrial Pescaisla; incluso mientras atraviesan dificultades, reajustarse y diversificarse constituyen la principal meta.
Y es que los últimos años han transcurrido en medio de una pandemia que azota tanto la salud como la economía mundial, y en ese engranaje esta entidad también vive las consecuencias de una situación que, si bien en ocasiones no tienen las respuestas, en otras sí están en sus manos.
Por ello, de la Asamblea de Balance anual de la empresa, realizada en días recientes, los trabajadores refirieron que persisten la entrada tardía y mala calidad de los medios de protección; vicisitudes con el abasto de pienso al territorio para el alimento de los animales; la necesaria reparación de los caminos, canales y estanques de la unidad empresarial de base Acuisla; y el ineludible ingreso de las artes de pesca para garantizar el cumplimiento de las capturas.
El 2021 ha sido uno de los años menos favorables para los ingresos y la actividad productiva de Pescaisla, al reportarse como cierre de las siete actividades fundamentales –langosta, túnidos, escama, pepino de mar, cangrejo blanco, y los cultivos intensivo y extensivo– un cumplimiento del 65,1 por ciento del plan general previsto tanto para la Plataforma como la Acuicultura.
Semejante número deja mucho compromiso para este 2022 que ya avanza y con pocas de las deficiencias solucionadas, en un contexto donde el perfeccionamiento empresarial, nuevas normativas y el constante reclamo de producir alimento, exigen ponerle el cascabel a aspectos puntuales y trascendentes para salir a flote en el nuevo período.
No obstante, una vez más Orlando Rivera Romero, de Acuisla, manifestó las potencialidades de los recursos naturales y humanos disponibles para alcanzar las metas propuestas, siempre con el trabajo mancomunado y el vital empuje a todas las instancias posibles.
Confiar en un buen inicio de temporada tampoco resulta lo más certero, cada año los primeros meses despuntan con cifras alentadoras, mas, al transitar los siguientes la caída –dada, además, por la baja manifestación de especies y la prolongación de afectaciones por mal tiempo a las áreas y artes de pesca– resulta en un plan final por debajo de las expectativas.
Pensar como país en este caso significa que cada quien responda ante su rol de forma coherente y cohesionada, lejos de “pensar” que tantas dificultades son solo el resultado de ese recrudecido bloqueo económico impuesto por el gobierno de EE. UU.
Más allá de las razones expuestas en el análisis, es imprescindible destrabar los escollos que impiden avanzar a pesar de las extensas e intensas jornadas en el mar, presas y estanques.
Gestiones más ágiles, aprovechar los puntos de pesca en desuso, fortalecer relaciones, contribuir y ganar terreno entre los renglones “duros” de la economía, siguen siendo retos, a la vez que el mejor anzuelo para sacar las potencialidades de esta industria aquí tradicional e imprescindible que tiene otro desafío: proteger los recursos pesqueros y contribuir al desarrollo sostenible de la rama.
Independientemente de las bonanzas o no de las corridas de peces y manifestaciones de las especies marinas, que no caen del cielo, hay que crear las condiciones con más previsión, planificación y variantes porque los insumos y alternativas tampoco vienen del más allá.
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