La producción de alimentos en la Isla de la Juventud cuenta con una avanzada de jóvenes productores que a base de voluntad y sacrificio como fuerza motriz han logrado cosechar buenos resultados aportando a la alimentación del pueblo.
Un poco más allá de la unidad empresarial de base Lácteo Abel Santamaría, en un terreno donde hace algún tiempo el marabú campeó por su respeto, dos jóvenes pineros transformaron el entorno para convertirlo en tierras pródigas en la producción de alimentos.
A ellos se les da de maravilla sacarle frutos a la tierra, pues le viene de herencia familiar. Desde pequeños crecieron pegados al surco, viendo a su abuelo y a sus padres sembrando, aunque en pequeña escala, siempre algo.
Se trata de los mellizos Daniel y David Reynolds Sierra, muchachones que hoy destacan en la Isla de la Juventud por sus resultados en la producción de alimentos. Asociados a la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Grito de Baire, los Reynolds Sierra trabajan los cultivos varios y la ganadería.

Daniel posee 21,99 hectáreas (ha) de tierra y pronto incorporará una caballería más, mientras David tiene otras seis hectáreas, pero todo lo cultivan juntos, pues son muy unidos y mantienen una excelente relación.
Apenas arribaron a los 30 años y ya se han abierto camino en el mundo de la agricultura. Comenzaron a vincularse a las labores agrícolas hace alrededor de nueve, al licenciarse del Servicio Militar Activo, y desde hace cinco poseen tierras bajo su responsabilidad que con el transcurrir de los años han ido incrementando en extensión.
Cuenta Daniel –con quien tuvimos el placer de conversar– que ellos mismos iniciaron la limpieza de los terrenos con un tractor y una chapeadora. Lograron desmontar seis hectáreas y para el resto recibieron el apoyo de las autoridades del municipio.
En la campaña de siembra de frío 2023-2024 plantaron siete hectáreas de tomate, seis de calabaza, cinco de boniato y media de pimiento.

“Solo falta por cosechar la calabaza y el pimiento dentro de poco estará en producción –expresó Daniel–; el tomate se dio bueno, con un rendimiento de más de ocho toneladas por hectárea. También tuvimos buenos resultados con el boniato a partir de que le aplicamos materia orgánica y lo fumigamos con productos ecológicos”.
Para atenuar la escasez de recursos e insumos agrícolas por la cual atraviesa del país, los Reynolds Sierra consiguen loables resultados y rendimientos en los cultivos aplicando alternativas como el estiércol de gallina y ganado vacuno, la llamada materia orgánica. De igual manera emplean los medicamentos ecológicos y preventivos como la cal y la urea; además, reciben el apoyo de la CCS a la cual están asociados, aunque son pocos recursos que arriban a esa institución.
“Pretendemos sembrar en mayo tres hectáreas de pepino –continuó Daniel– y limpiar más tierras para plantar al menos seis de frutabomba. Todos los años entregamos más de 90 toneladas de mango, lo recogemos de los árboles que tenemos aquí en la finca y también buscamos en los cerros.
“Las producciones van destinadas al consumo de la población con la venta en las ferias agropecuarias y en los puntos que tiene organizados la cooperativa; de igual manera aportamos tomate y mango para la industria e instituciones de Salud Pública.
“En el campo trabajamos con los equipos pesados que tenemos hasta donde se puede –poseen dos tractores, uno propio y uno arrendado a la empresa agroindustrial Jesús Montané Oropesa– y al mismo tiempo contratamos mano de obra que oscila entre 20 y 30 trabajadores habitualmente”.
También cuentan con una potente turbina para abastecerse de agua desde una fuente cercana a la finca, no obstante confirmó Daniel que “las tierras son bastante húmedas, si escarbas un poco enseguida notas el cambio y después del 15 de abril más o menos comienza a llover con frecuencia aquí”.
Respecto al ganado tienen en la actualidad 22 animales y los rotan en las propias tierras que dedican a los cultivos, aprovechando cuando van sacando las siembras. De manera mensual entregan entre 290 y 300 litros de leche, lo cual al año asciende a unos 3 000 litros.

En relación con esta actividad, Daniel atesora el anhelo de emprender en el futuro un proyecto de desarrollo local encaminado a incrementar el número de animales. Lo tiene concebido en su cabeza ultimando aún algunas ideas. Otra de sus aspiraciones es sembrar dos hectáreas de tabaco, para lo cual necesita construir una casa de cura.
Sin dudas los mellizos nacieron para cosechar riquezas de la tierra. Está en su ADN y así lo manifiestan en los sembradíos, en el manejo de la masa animal y en los proyectos por cumplir en pos del desarrollo agropecuario del terruño.

A pesar de no haber podido encontrarnos en este momento con David, sí pudimos apreciar y conocer que en casa ambos reciben el apoyo incondicional de su familia, esa que constituye un importante sostén para sacar adelante cualquier propósito aunque parezca imposible.
Otra cosa, aunque Daniel y David dediquen gran parte de su tiempo a la labor agrícola, como a todos los jóvenes les atrae salir, compartir con los amigos, divertirse y pasarla bien. Eso sí, no es este el fuerte de sus rutinas, porque para los Reynolds Sierra la mayor satisfacción está en hacer producir la tierra.