Liennis baila entre palabras

Foto: Melissa Mavis Villar De Bardet

Pensé que solo le gustaba bailar, pero conversar la hace sentir como pez en el agua, sobre todo si es acerca de su amor por la danza. Pude apreciarlo al conversar con Liennis Acosta Merino, quien lleva 11 años de experiencia como instructora de arte y ha sabido ganarse la admiración de todos en La Demajagua, Atanagildo Cajigal y otras comunidades, y más este verano.

¿Cuándo te inclinas por la danza?

La danza es algo que se trae consigo. Hay a quienes les gusta o les llama la atención, pero no todo el mundo tiene arte para esto.

Desde pequeña me gustaba mucho; cuando hacían competencias de baile en los cumpleaños era la primera en participar. En la Primaria formé parte de un grupo de baile de la comunidad.

¿Cómo llegasa ser instructora de arte?

Cuando estaba en octavo grado fueron los profesores de la escuela de instructores de arte Martha Machado Cuní para captar a muchachos con posibilidades para ingresar en noveno grado. Me preparé físicamente y me esforcé para obtener un buen escalafón, pues exigían un promedio específico. Al presentarme a las pruebas aprobé y comencé mis estudios en el 2005.

¿Recuerdas algún suceso al inicio de la carrera?

Siempre tuve problemas con el peso; en danza eran un poco rigurosos en ese aspecto y yo siempre estaba pasadita. Esto me chocaba mucho, comencé a hacer dieta, dejaba de desayunar, violaba los horarios de almuerzo y comida e incluso sufrí de hipoglucemia y lloraba al no poder comer cosas que me gustaban, pero logré salir adelante con el apoyo de mi familia.

Todos se sorprenden con la aptitud de tus hijas para el baile… La más pequeña tiene un año y como siempre está presente en mis ensayos se ha aprendido algunos pasitos; a veces levanta las manos y hace algo. Al parecer le llama la atención, pero aún está muy pequeña y los gustos cambian. De todas formas, si en un futuro desea seguir mis pasos aquí estaré para ella.

Con la más grande (diez años) fue diferente. Ella también me veía bailar en la casa y le gustaba, pero era muy majadera conmigo. Trataba de enseñarle algún paso o hacer algún ejercicio con ella y empezaba a llorar, sin embargo cuando estaba en el círculo una profesora del combinado deportivo la captó para gimnasia rítmica y participaba en carnavales, competencias y otras actividades.

Luego, da la casualidad que vengo de Gerona a trabajar para la Casa de Cultura de Atanagildo, las instructoras nos dividimos los poblados y me tocó La Demajagua.

Cuando estaba haciendo las captaciones seleccioné a ese grupo de muchachas que se habían quedado ansiosas por bailar y desde entonces forman parte de mi unidad artística “Rayitos de Sol”.

¿Quiénes pueden formar parte de “Rayitos de Sol”?

Todos. Yo trabajo con diferentes grupos etarios: niños, adolescentes, jóvenes y adultos. Atiendo estudiantes de Primaria, Secundaria y el círculo de abuelos “Esperanza de Vida”. Busco que las personas sepan coordinar, que bailen a tiempo, cojan bien los pasos, tengan aptitudes…

¿Cómo te organizas para las actividades comunitarias?

La Casa de Cultura está vinculada al consejo popular La Demajagua, pero también incluye zonas aledañas como El Tronco, Conducta, Geología, Los Mangos y nos planificamos.

Nos reunimos los lunes y hacemos un colectivo técnico donde vemos los espacios fijos de la semana, si hay transporte para movernos, organizamos los talleres a impartir y valoramos la asistencia, si realizan los ensayos las unidades artísticas, su desempeño en las actividades, así como otros aspectos.

Esto forma parte del proyecto Cruzando Caminos, donde recorremos los barrios en trasformación, presentamos propuestas culturales y en cada taller vemos el interés de las personas y si alguien tiene aptitud para la danza, la captamos.

Nuestro horario es extracurricular, después de las cuatro de la tarde comenzamos los ensayos y pueden extenderse hasta las siete u ocho de la noche y con los abuelos a las nueve de la mañana.

Tenemos problemas con el audio; yo misma estoy ensayando en un paso de escalera con mi niña más pequeña en brazos hasta que mi esposo llega del trabajo. Antes estaba en el combinado deportivo con mi bocinita, pero por razones de ahorro energético no seguí ahí, así que vine para casa de mi abuela.

Ya estoy tratando de resolver la situación, mientras tanto seguimos avanzando porque lo más importante es mantener el proyecto.

¿De qué forma logras tener siempre un número cultural a disposición?

Preparamos varios números culturales con variedad de géneros musicales para cualquier evento, tenemos en cuenta las fechas importantes y creamos un repertorio. En estos momentos hay siete preparados y en proceso de montar algo nuevo. Somos muy sistemáticas, a diario ensayamos cada uno y para evitar que se olvide alguno monto danza en dúos y tríos. Además, ellas ensayan en casa.

¿Qué géneros musicales empleas?

Soy muy selectiva con los temas musicales de cada propuesta cultural, con los movimientos en las coreografías… Me gustan las canciones movidas, trato siempre de buscar algo que llame la atención de ellas para que lo disfruten, se sientan cómodas y estén a la moda, como se dice en el argot popular.

Trabajamos la música cubana y los bailes tradicionales de nuestro país, música patriótica, campesina, pero además monto cumbia, merengue, mambo, latina…

¿Y el vestuario?

Es un problema en estos tiempos, mas tuvimos la iniciativa de recuperar vestuarios que muchos conservaban, los arreglamos y utilizamos. También la Casa de Cultura Municipal nos ha donado leotares, medias pantis, zapatillas, entre otras cosas, al igual que los vecinos y gracias a esos aportes tenemos para las presentaciones.

¿Cómo haces para que cada número cultural sea un éxito?

El éxito es de mis niñas, se lo debo a ellas. Yo puedo montar un baile, pero si no son capaces de hacerlo no saldría bien. Por suerte siempre están conmigo cuando las necesito. Sus padres han sido de gran apoyo y confían en mí.

Foto: Melissa Mavis Villar De Bardet

Estoy satisfecha. Siempre que en la comunidad nos necesitan damos el paso al frente.

Me gusta lo que hago. Después de algunos años se están formando dos instructoras de arte aquí en la comunidad y vemos el relevo asegurado.

A sus 33 años, Liennis sigue deslumbrada por la danza como el primer día y describe su especialidad con una palabra: majestuosa.

Foto: Melissa Mavis Villar De Bardet

Veo el baile como una forma de expresión; a través de este puedo liberar el estrés y comunicarme. La danza es como la reina de todas las manifestaciones artísticas. Se disfruta tanto bailar como apreciar el baile, uno se transforma cuando sale al escenario, escucha los aplausos y créeme, no hay mejor sensación que esa, confiesa, sin saber que el brillo en su mirada la delata.

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