
Fidel fue un joven excepcional, y durante su existencia mantuvo en el pensamiento el vigor e ímpetu propios de la etapa juvenil de la vida.
“Creer en los jóvenes es ver en ellos, además de entusiasmo, capacidad; además de energía, responsabilidad; además de juventud, ¡pureza, heroísmo, carácter, voluntad, amor a la Patria, fe en la Patria! ¡Amor a la Revolución, fe en la Revolución, confianza en sí mismos, convicción profunda de que la juventud puede, de que la juventud es capaz, de que sobre los hombros de la juventud se pueden depositar grandes tareas”, afirmó cierta vez con intuición de visionario.
Bajo esta máxima viven, sueñan, construyen y forjan sus caminos los jóvenes cubanos, mientras para una buena parte de la izquierda latinoamericana, caribeña y mundial el pensamiento humanista y antimperialista de Fidel continúa siendo faro y esperanza.
Al rememorar su impronta se hace evidente que no hubo tema o asunto de su tiempo, tampoco del tiempo que le antecedió ni del futuro, que escapara al análisis y la mirada aguda del revolucionario universal.
Fue un hombre previsor, cuyas enseñanzas, plasmadas en libros, discursos y reflexiones, continúan siendo brújula que marca el camino de la Revolución, de otros pueblos y, en especial, de los jóvenes, a quienes no solo dedicó palabras sino el ejemplo personal, cual eterno joven, con la intrepidez de esa edad y el compromiso con su pueblo y la humanidad más allá de las fronteras impuestas por saqueadores de antaño.
A tono con las exigencias actuales los jóvenes cubanos, marcados por la diversidad –como ocurre en todo el planeta–, continúan por la senda señalada por Fidel, seguida por Raúl y Díaz-Canel, asumiendo su compromiso con las tareas y los retos de hoy y mañana.
La juventud lidera los avatares de hoy: de su inteligencia brotan nuevos proyectos, sus manos multiplican el trabajo creador, el verso en circunstancias que reclaman el aliento espiritual, la iniciativa y el esfuerzo que salva como en los momentos más difíciles frente a la covid 19.
Ellos estuvieron en el centro del peligro, se agruparon para marchar a los surcos, sacarles frutos a la tierra y sonrisas y sueños a las aulas y otros espacios donde derriban las dificultades a la par del desaliento.
Tampoco faltan en las transformaciones de comunidades donde ellos marcan el paso en pos de superiores peldaños, mayor bienestar, priorizar el apoyo al que más lo necesita entre los casos sociales y compulsar la participación colectiva.
Y es que la nuestra es una juventud fidelista, siempre en la primera línea de combate cuando se trata de defender la soberanía y la paz de este país ante los intentos de desestabilización interna, fraguados como parte de la guerra mediática contra la Revolución.
Están lo mismo en redes sociales en Internet recordando a Fidel que en las calles, plazas, escuelas y universidades y otros lugares de las redes sociales reales haciendo del homenaje a su Líder Eterno tributo sincero, sentimiento puro y palabra salida del corazón. Así andan, moldeando cada faena en aras de avanzar, sacudirse de los timoratos, servir, convocando a votar por el más capaz y sacrificado en las elecciones del domingo y convertir problemas en soluciones y oportunidades, como hacen las Brigadas Técnicas Juveniles.
Pureza, heroísmo, carácter, voluntad, amor… llenan de vigor cada espacio real y virtual. Sí, Fidel, de eso está hecha nuestra juventud. Como siempre tenías razón. Y más que eso, como siempre te creímos y no dejamos de creer en ella.
Te fuiste un día de noviembre, quizás a un paraje verde olivo para si hiciera falta un nuevo Moncada. Y aquí están tus hombres, los jóvenes que no dejan de hacer Revolución.
Por: María Caridad Esquivel Díaz