La suerte de Bertha

Foto: Yunaisy Castellanos
Izquierdo

Haber quedado huérfana de madre al nacer no constituyó impedimento para que Bertha Hernández Calderón fuera la gran mujer que es. “Me crió mi abuela paterna, con ella adquirí los valores necesarios para abrirme paso en la vida como una persona de bien”. Educadora virtuosa de una condición humana excepcional, bondadosa, muy querida, combatiente, alfabetizadora desde los 15 y celosa guardiana de su familia ve en la Revolución “la mayor conquista.

“Estuve cinco años en las montañas de la Sierra Maestra; mi esposo (fallecido) y yo llevamos con nosotros a los niños, así chiquitos, a pasar trabajo y hacer lo que hiciera falta, por eso son revolucionarios y enfrentan cualquier actividad que se les indique. La familia hay que ayudarla a formar”.

Muchísimos premios, condecoraciones, medallas… conforman el arsenal de reconocimientos a tanta entrega. Hoy con 85 años se siente bien de salud, “no me puedo quejar; quizá por mantenerme siempre activa para nada le gusta quedarse en cama no me han atacado las enfermedades típicas de esta etapa. Aunque vivo rodeada de mis hijos, nietos y bisnietos hago las cosas de mi casa y ayudo en lo que sea.

“¡Me considero una persona de suerte! Por eso voté a favor del Código de las Familias y por este Estado revolucionario. Solemos enfrentar las cosas sin tapaduras, de cara a la realidad, compleja, sí, pero a golpe de verdad.  Estoy con la Revolución mientras viva”

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