
Si bien nuestro pueblo es genuinamente solidario, por estos días de contingencia energética ese sentimiento se acrecentó de manera palpable.
Y no por ser ya cotidiano este ejemplo ocurrido el pasado diez de octubre debe dejarse de destacar.
Para Lázaro Naranjo Licourt, chofer de ese camión, pudo ver su acción normal, pero para la veintena de personas agrupadas en la esquina de 41 y 18, fue más que una “botella”.
Máxime cuando al indagar sobre su proceder conocimos que la ruta para llegar a La Fe no pasaba ni remotamente por esa vía.
Agrego más, en todo el trayecto hacia la autopista se bajó de la cabina decena de veces, por cuanto abría la portezuela y ayudaba tanto a hombres, mujeres y niños a subir y bajar, con una amabilidad que todos admiramos.
Un buen ejemplo que deberá mantenerse aunque tengamos millones de litros de petróleo, pues actitudes como esta perduran en la espiritualidad de las personas y acrecientan el valor humano de los cubanos.
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