
Desde ayer las redes sociales son tuyas. La noticia impacta, duele y se torna inexplicable. La muerte que, otra vez nos sorprende y, como de costumbre, sin estar preparados. Y nunca lo estaremos, porque los que te quisimos y querremos siempre, no entendemos que te hayas ido tan rápido, con solo 33 años.
Unos prefieren pensar que regresaste a nuestro Pinar del Río, otros que continúas trabajando en La Habana.
Lo cierto es que a la vez seria, pero risueña; recta y también sensible; llorona, pero fuerte, sigues aquí. Tú no te has ido Chirolde y López, como mismo quedarán intactos los recuerdos en el IPVCE Federico Engels, de Pinar del Río.

Magda, la más madura, recatada y responsable del grupo 9, de la Unidad 4, la más destacada del TSU, la mejor del pelotón de ceremonia, la chica de la FEU, la más integral y fan del deporte desde aquellos tiempos que yo no lo seguía.
Eras el alma más disciplinada de la brigada. Las niñas, las Ñecas del swing y los varones, los Sabrosos. Así de entusiastas andábamos en esos tiempos. Y tú de guía.
El “Ñeca, cállate la boca”, que me decías en el albergue H-5 con el tono de Zuca en la novela de Cabocla, viene a mi mente esta noche una y otra vez, como lo hacen los repasos en tu casa para las pruebas de ingresos, los dulces, perritos y papitas fritas de Diris (tu mamá), o cuando a Ramón (tu papá) un día que estudiábamos le preguntaron por Angélica y él dijo: “No, la que está aquí es la Ñeca”.
Aunque te gustaba la psicología, te decidiste por el periodismo y en la carrera, nuevamente, seguimos juntas con nuestros sueños.
En primer año buscábamos el jevito ideal, hasta vacilábamos juntas. Todo eso, unido al afán de hacer buen periodismo. En ese tiempo hasta fuiste actriz en un corto de clases. Tú te desdoblabas en los personajes. Y en la vida, aunque fueras seria, de pronto soltabas tu risa escandalosa. Y te despelotabas en las fiestas. Claro, eso era delante de tus amigos del aula.
Yo nunca discutí contigo, Magda. Y eso que me fajo con todo el mundo. Pero te hacía caso, dabas muy buenos consejos. Y, cuando me entraba el gorrión, por mis amores fallidos, salía de nuevo para calle segunda. Ya tú con novio, Ale, y yo de chaperona.

Luego, tú en Guerrillero y yo en Telepinar, seguía yendo a tu casa. Compartíamos lo que publicabas en el periódico y tú feliz por mis avances en la tv.
En 2018 a las dos, sin ponernos de acuerdo, nos dio por irnos para La Habana. Dos guajiras sin parientes allá, a alquilarnos, a pasar trabajo, pero queríamos crecer.
Comenzaste en Juventud Técnica y yo en Canal Habana. Recuerdo el día que me fuiste a ver al canal, como siempre aconsejándome en el nuevo entorno laboral.
Vino mi época de Cubadebate y, a pesar de la pandemia, seguimos viéndonos a ratos. Posponíamos, a veces, pero se daba el encuentro, lo mismo en Pinar que en La Habana.
También fue una etapa de hablar mucho por WhastApp. Hasta me contaste sobre Dunieski, tu esposo, por esa vía. Nunca me dejaste de felicitar en mi cumpleaños ni yo a ti. El 31 de julio y el 1 de abril eran sagrados.

Y recientemente, ya tú establecida en la televisión, como jefa de redacción, entré yo al Canal Caribe en el grupo de Deportes. Ay, Magdy y todo lo que me ayudaste cuando empecé, que chocaba con el programa VSN. Después, cómo me subiste el ánimo cuando llegaron las burlas por mi despeine característico y vestuario. Siempre me cuidabas de mis desarreglos para salir al aire. A ti, que no te gustaban las cámaras, preferías estar detrás de ellas.
Recuerdo que también eras mi editora, me ayudabas en todo… Un día que se enredó el proceso de edición preparaste un V/T en dos minutos para que yo cumpliera e hiciera la sección en Buenos Días. Estabas siempre pendiente.
“Ñeca, te faltó el generador de esto…., confundiste los números en la carpetas”,.. Eras perfeccionista, ibas al detalle. Cómo no extrañarte, ha sido un duro golpe al despertar.
Hoy, no pude aguantar el abrazo de Diris y Ramón. Me eché a llorar. Tú papá me contó que fue para La Habana pensando que regresaría normal, que todo pasaría. Después, creyó que estabas dormida. Te tocó en la frente para despertarte, hablar con su niña linda. Le habías dicho a Diris que si salías de esta, te cortarías el pelo. Ellos se harán la idea de que sigues en La Habana. No puede ser de otra manera.
No puedo dormir y es porque te extraño mucho. No me adapto a la idea. Y cuando llegue al piso 4 no sé qué haré sin ti. No me gustan las despedidas, pero como te dije la semana pasada, siempre será un placer trabajar contigo. Un abrazo.




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