
En acto político cultural celebrado en la noche de este 13 de marzo frente a la edificación donde radicaba el telégrafo, hoy vivienda, pineras y pineros evocaron la llegada de la noticia de la ratificación del Tratado Hay-Quesada, con la cual los Estados Unidos por fuerza reconocían a esta isla como parte del archipiélago cubano.
Ante la presencia de las máximas autoridades del Partido y la Asamblea Municipal del Poder Popular, dirigentes de organizaciones políticas y de masa, una representación de la sociedad civil y desde las diferentes manifestaciones del arte, se ponderó la trascendencia de la fecha en la cual cada año es reafirmada la voluntad soberana de todo un pueblo de ser por siempre cubano.
Fue una batalla larga de más de dos décadas y llena de escollos desde que en 1902 el primer embajador de Cuba en los EE.UU., Gonzalo de Quesada gracias a sus gestiones ante el gobierno de Washington, lograra que el dos de julio de 1903 se firmara el Tratado en el que se reconociera el derecho de Cuba sobre la entonces Isla de Pinos y que en febrero de 1925 se llevara a discusión el documento en el Senado estadounidense, provocando nuevos debates, hasta que por fin el 13 de marzo de 1925, el Senado norteamericano lo ratificó por 63 votos a favor, 14 en contra y 19 abstenciones.
En las palabras centrales, Roberto Únger Pérez, historiador de la ciudad, quien fuera reconocido en el acto por la beca de investigación otorgada por la Unión de Historiadores de Cuba, que consiste en financiamiento y la publicación de un libro sobre la zona franca y turística especial de Isla de Pinos, al referirse a la significación de la efeméride en los tiempos actuales dijo:
“La ratificación del Tratado Hay Quesada fue una victoria de todos los cubanos, sobre todo, de los que no tenían historia; ocurrió en un año de más encuentros que desencuentros en torno a una conciencia nacional, que venía galopando machete en ristre desde el diez de octubre de 1868 y que en la república encontró nuevos métodos y escenarios de lucha que no podían ser al calco de Europa”.
A 98 años del suceso las actuales generaciones de pineros volvieron al encuentro con la historia de la nación sintiendo al 13 de marzo como parte de la vida cotidiana del pueblo y arma infalible ante cualquier intento por romper la unidad nacional, aventurado por los nuevos anexionistas y por los defensores de ideas extremistas.




