POR: Yuniesky La Rosa Pérez
Visitar la finca 14 de Junio me hizo retroceder en el tiempo, pues así se nombra precisamente por su ubicación en los alrededores de la que fue la primera Escuela Secundaria Básica en el Campo fundada en el territorio. Un sinnúmero de vivencias de aquella época de estudiante me arrancan una expresión de nostalgia al apreciar que el olvido marchitó su estructura.
Pero cuando veo aparecer desde adentro de la campiña a un viejo amigo de físico rudo y diáfana sonrisa, convertido hoy en un productor consolidado en la Isla de la Juventud, sacándoles fruto a esas áreas antiguas habitadas por el cítrico, entonces se compensa el desconsuelo.

Me recibe con un fuerte abrazo y apretón de manos; no es para menos. Junto a Karel Cruz Rivera, asociado de la cooperativa de créditos y servicios Jesús Menéndez, correteé los pasillos de la primaria Máximo Gómez Báez allá en calle 37, los trillos y callejones del reparto Construcción Industrial y cada recoveco de la secundaria –14 de Junio– y sus zonas aledañas.
Allí él tiene su finca, cuya extensión es de siete caballerías de tierra, dos destinadas al ganado mayor y cinco para la siembra de cultivos varios. Desde niño siempre le gustó andar con animales, correr tras el ganado, ordeñar vacas, montear, el rodeo es su deporte favorito y la vida en el campo un sueño hecho realidad.Ya acumula alrededor de 15 años residiendo en esos lares junto a su familia que lo acompaña en todo.
“Después del huracán Gustav –rememora– le comenté a mi padre la idea de venir a este sitio a mirar estas tierras. Antes hubo aquí una vaquería, lo recuerdo de mi época de estudiante en 14 de Junio; vinimos y no he regresado más para Gerona”.
Cruz Rivera desde sus inicios en la finca produce leche y carne vacuna, y hace dos años comenzó con los cultivos varios. Cumple con sus planes de entrega de leche, aportando toda la que obtiene de la ubre de las vacas.
En el surco hoy tiene 6,8 hectáreas (ha) sembradas de boniato, casi cinco de calabaza, 4,3 ha de guayaba y pretende llegar a 28 de dicha fruta, solo resta que arriben las posturas, mientras en días recientes cosechó una caballería de buen melón, cerca de dos hectáreas de boniato y el día 28 del mes en curso volverá a por otras dos hectáreas del tubérculo.

Dichas producciones, según precisó, van dirigidas a la venta a la población en las ferias agropecuarias y los puntos de venta de la cooperativa.
Ya inmerso en la campaña de siembra de frío, “pienso continuar plantando boniato para tener ese cultivo de manera escalonada. Quiero llegar a una caballería de yuca y lograr una y media o dos caballerías de frijol. Es lo que tengo planificado, aunque pueden aparecer otros proyectos en el camino”.
El guajiro no se detiene ante las vicisitudes y a pesar de la escasez de insumos, químicos y otros recursos afectar de manera directa los rendimientos de las producciones, Karel busca alternativas con cuanto hay a su alcance.
“Ese es un tema complejo; con más recursos las producciones se incrementarían, sin embargo ante esta realidad tengo la posibilidad de aprovechar el estiércol de las reses, de los cerdos –que cría para el consumo familiar– y otras variantes que se pueden buscar. Se lo aplicamos y aunque los rendimientos no son iguales a los que se consiguen con los químicos, siempre se obtienen producciones”.
Su familia está vinculada a tiempo completo junto a él al quehacer en el campo, además de contar con siete trabajadores “muy buenos que me siguen en todo”.

Uno de ellos es Yosvani Columbié Legrá, el que más tiempo acumula con Karel. “Llevo aquí alrededor de siete años –destacó Columbié Legrá– y me va de lo mejor. La agricultura es una labor dura, requiere de mucho sacrificio y entrega, pero solo hay que meterle el pecho.
“Antes ejercía como albañil, pero me gusta más trabajar la tierra. El sol está fuerte, pero si te levantas a las cinco o seis de la mañana, a las 11:00 a.m. paras, vas para la casa, te bañas, descansas y a las 4:00 p.m. regresas y continúa el trabajo hasta oscurecer”.
En el momento de nuestra visita el grupo había terminado de limpiar una pequeña porción de tierra plantada de yuca,cuyo propósito es obtener semilla, y de escardar el sembrado de guayaba. Siempre planifican con antelación las labores a ejecutar en la jornada siguiente.
“Todos nos llevamos muy bien –continuó Yosvani–, nos nombramos Los invencibles porque no hay tarea que se nos resista”.

Columbié Legrá reside en el barrio de Peralejo, a tres kilómetros de distancia de la finca 14 de Junio; cada día viene y va caminando, lo considera un buen ejercicio para su salud.
Y si hablamos de ejercitar el cuerpo cada persona tiene sus preferencias para mantenerse en forma, las de Karel, hombre enamorado de la vida campestre, la revelamos al inicio. Desde que compartíamos aula en la Enseñanza Primaria fue un apasionado por el rodeo.
En la actualidad es integrante del equipo de la Isla y aunque ha recibido numerosos golpes propios de esa disciplina, no hay quien le impida continuar practicando el deporte de los campesinos.
“Siempre me ha gustado el rodeo y eso me choca a veces –explicó–. Llevamos casi un mes entrenando para una feria que se efectuará próximamente. Ayer, por ejemplo, llegué a la casa cerca de las 11:00 de la noche, pero cuando disfrutas lo que haces no hay quien te detenga”.
Así es, no solo en el rodeo, Karel –con la modestia y sencillez que siempre lo han caracterizado– aseguró que su deseo, lejos de la ambición, es continuar creciendo y aportando en beneficio del pueblo y su familia.